viernes, 31 de diciembre de 2010

Viejo Expreso

Viejo Expreso - Editorial del 31 de diciembre de 2010
Basavilbaso ha sufrido hasta casi su desaparición como pueblo por la decisión tomada por el gobierno peronista del Dr. Carlos Menem, allá por el '92, de cerrar los ferrocarriles por considerarlos deficitarios.
Tenemos varios editoriales escritos y firmados en los que demostramos que eso era una falacia, ya que el supuesto déficit (sólo económico) que producía la explotación por parte del estado del trasporte de pasajeros y carga, siguió existiendo bajo la forma de subsidios a las empresas que devinieron en concesionarias, con la única condición de compartir lazos familiares o de amistad con los dueños del poder. Desde el gobierno, en aquél entonces, nunca se dijo que son deficitarios desde el punto de vista económico en casi todas las partes del mundo, por lo menos aquellos que cumplen una función social (obviamente que no los que llevan gente a las pistas de esquí, por ejemplo). Pero es justamente por esa función social que no cumple ningún otro medio de transporte (ya lo verán más adelante en esta misma página) que los países adelantados lo mantienen en vigencia.
Una de las consecuencias queridas de esa decisión conjunta de privatizar y cerrar ramales, fue la de que creció a valor exponencial el transporte por vía terrestre, tanto de pasajeros como de carga, usufructuando la abrupta falta de oferta que significó el hecho de que de un día para el otro dejaran de circular convoyes de treinta o más vagones, los que debieron ser sustituidos por otros tantos camiones o colectivos, según el caso.
Esta forzada opción no sería tan preocupante si no hubiese tenido como correlato algunas otras realidades que hasta el día de hoy conviven con nosotros, y que lejos de mejorar nuestra vida la han empeorado.
Nunca nadie estudió, con la finalidad de encontrarle una solución, y no por la mera anécdota que justificara un documental fílmico o un más o menos serio artículo periodístico, la crisis social, cultural y económica que generó en pueblos como el nuestro, "nacido a la vera del ferrocarril", el cierre de un día para el otro de una fuente de trabajo que ocupaba a casi mil personas, que fueron a incrementar, también de un día para el otro, la cifra de desocupados, subocupados, cuentapropistas, clientes políticos, empleados públicos innecesarios, etc. (etcétera quiere decir, en latín "y lo que falta", y acá lo que falta, hablando de consecuencias, es mucho todavía). Esta situación, si hubiera provenido de un gobierno de facto o de signo político no peronista, hubiese sido catalogada, seguramente, como el tercer genocidio del siglo 20, y sus autores materiales e intelectuales hubiesen terminado sus días en la cárcel, sin que ninguna ley pudiera ampararlos bajo el manto de la obediencia debida o el punto final. Los organismos de DDHH afines al actual gobierno, y los medios periodísticos gráficos, radiales y televisivos obsecuentes se regodearían haciendo el panegírico de quienes lucharon y dieron su vida (quizás no heroicamente, pero la dieron al fin) enfrentando al poder político y económico que entregó un baluarte de nuestra soberanía nacional.
Pero no. Como el gobierno era del Partido Justicialista, las reacciones no fueron tales. Todo el mundo "se comió el garrón", y las tibias expresiones en contra de esas medidas, cuando se escucharon, débilmente, ocultaron que Menem era, al mismo tiempo, presidente del PJ, con lo cual asignarle la responsabilidad de las medidas neoliberales de los '90 a un supuesto "menemismo", es poco menos que sacarle el cuerpo a la identidad política. Por más que tenga entre sus 20 verdades una que dice "como doctrina económica, el justicialismo realiza la economía social, poniendo el capital al servicio de la economía y ésta al servicio del bienestar social".
Cuando uno, leyendo la política argentina, se asombra del poder adquirido por Hugo Moyano y sus hijos, no puede dejar de relacionar el hecho de que aquella (la decisión de cerrar los ramales) fue la causa para estos efectos (el crecimiento de un poder hegemónico en las rutas argentinas, "gracias" a la eternización gremial en camioneros y peajes). Y como solemos decir, uno no puede primero exaltar las causas y luego agraviarse por los efectos.
Algo parecido sucede con el trasporte público de pasajeros, que en ese mismo tiempo, y aún sin una figura emblemática a su frente (por lo menos no abiertamente, pero sí en materia de especulaciones) dejó casi todo el servicio de colectivos en manos de una sola empresa, que como una flecha disparada al viento conquistó mercados impensados, directamente con su nombre o bien adquiriendo otras que, tras largos años de lucha competitiva, debieron ceder el dominio económico conservando su nombre, en el mejor de los casos. Eso hace que, tal como sucede con algunos medios de comunicación periodísticos, uno no sepa que se trata de la misma comida con distinto olor. Pero, como estamos entre amigos, no se escucha ningún reclamo desde el kirchnerismo para terminar con éste que sí es un monopolio, muy fácil de probar.
Esta larga introducción sirve para entrar en el tema central, por lo menos desde el aspecto coyuntural, y que termina por magnificar la insólita y precaria situación en que se encuentra la prestación del servicio en la Argentina, y, lo que es peor, su control.
Una integrante de la familia tomó el pasado jueves 23 el micro de la empresa Nuevo Expreso, que sale de Santa Fe a las 12,40 y debe llegar a Basavilbaso a las 17 hs. Recuerde el amigo lector, y sépalo aquél que no es de acá, que ese fue uno de los días más calurosos del año, con temperaturas por encima de los 36°C. A poco de emprender el viaje se notó que no funcionaba el aire acondicionado, lo que ameritó que, una vez ingresado a la capital de nuestra provincia, se dirigiera a los talleres de la empresa (¿San José?) para arreglarlo. Luego de más de una hora demorada en ese propósito, y aún cuando se informó que estaba solucionado el problema, la temperatura interior del vehículo era, seguramente, cercana a los 60°C, ya que no solo nunca funcionó el sistema, sino que, además, era imposible abrir las troneras que, en el techo del vehículo, sirven al doble propósito de circulación de aire y salida de emergencia. ¡Estaban obturadas con un sellador!
Al llegar a Crespo, ya eran para esto las 16 hs. y estaban todavía a más de 150 km. de Basavilbaso, la situación se hizo insostenible, tanto por la precariedad de la prestación, cuánto, más que nada, por la difícil situación de los pasajeros, al borde de la asfixia, y que no recibieron de parte de la empresa ni siquiera una bebida fría para paliar los efectos del calor.
A través del teléfono celular, y aprovechando la facilidad que la profesión de este editorialista le brinda, una vez puesto en conocimiento del tema se inició una serie de contactos que comenzaron primero con la empresa, a fin de que cambie el vehículo y atienda mientras tanto a los viajeros como seres humanos y no como bestias. Allí el resultado fue nulo, acompañado de malos tratos y burlas. Continuó, entonces, en la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT), desde donde, no obstante la cordialidad, nos reconocieron que nada podían hacer al respecto, cuánto más no sea tomar la denuncia y luego aplicar sanciones. ¿Tardías?
Recurrimos, entonces, a nuestra policía provincial, en este caso a la Departamental Nogoyá, que, aunque parezca mentira, pudo hacer lo que otros no. Que el vehículo quedara en esa ciudad, impidiéndose su circulación en ese estado. Los pasajeros llegaron finalmente a Basavilbaso a las 19,30 hs., en otro servicio. La tramitación del reclamo sigue en marcha, y terminará, seguramente, dentro de 60 días, con la devolución del importe del pasaje a aquellos que todavía conserven el comprobante. Y encima estarán obligados a decir ¡Muchas Gracias!
Si los controles funcionaran, el servicio debería haber sido abortado y prestado con otro vehículo, ya al salir de Santa Fe. Todo lo demás es consecuencia de la negligencia, la impericia y la inobservancia de los deberes, y constituye, en materia legal, un caso de culpa, por omitirse la conducta debida para prever y evitar un daño.
¿Se acuerdan de Cromañón?
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 16 de diciembre de 2010

Tierra en la tierra

Tierra en la tierra - Editorial del 17 de diciembre de 2010
Un clima de violencia latente convirtió al Parque Indoamericano en una verdadera tierra de nadie. El drama de la vivienda en la Argentina, ahora descarnado en esta lucha entre pobres, contrapone la impotencia oficial, tanto macrista como kirchnerista, con la acción de sus propias mafias políticas, y revela la desesperación de quienes optan por "entrar por la ventana" a las casas que todavía no tienen.
Aunque desde el gobierno nacional se insiste en mostrar una imagen deformada de la realidad, tanto en la esencia como en los números, la mayor parte de los diagnósticos sobre la situación en la Argentina hace referencia al grado de pobreza en que cayeron los sectores sociales más sumergidos.
Si bien es cierto que la pobreza no es un hecho novedoso en la dinámica de las economías que no han alcanzado el umbral del desarrollo, las características que asumen las actuales circunstancias exigen una conceptualización y un tratamiento diferentes.
Tal vez el ejemplo histórico que mejor permite advertir la originalidad presente sea el de los barrios de emergencia o "villas miseria", que aparecieron como consecuencia del desarrollo industrial de mediados del siglo 20. Aunque el verdadero origen su ubique en 1930, cuando un grupo de campesinos ocupó un sector de tierras en Puerto Nuevo (premonitoriamente llamado Villa Desocupación, por ese tan exacto criterio que tenemos los argentinos para ponerle apodos a las cosas), las llamadas "villas de emergencia" surgen como fenómeno diferenciado en la década del cuarenta, cuando Juan Domingo Perón convirtió a Buenos Aires en uno de los polos del desarrollo nacional. Los acontecimientos posteriores determinaron que no todo fuera como se pensaba, y esas villas en las que, como dice el Padre Farinello "se veían más las estrellas, la gente ganaba un poco mejor, se hacían asaditos y los domingos se bailaba chamamé", terminaron siendo permanentes.
Y ya que estamos, no está de más contar que ese nombre que se le da en Argentina a los asentamientos informales caracterizados por una densa proliferación de viviendas precarias fue tomado de la novela de Bernardo Verbitsky "Villa Miseria también es América", publicada en el año 1957, donde se describen las terribles condiciones de vida de los migrantes internos en la Década Infame.
Durante varios gobiernos, civiles o militares, se ha tratado, con distinto éxito, de erradicarlas, es decir, de derribar las viviendas y desplazar a sus habitantes hacia algún otro lado, pero los hechos de esta semana nos demuestran que no se ha logrado ninguno de esos efectos, siendo todos los gobiernos desde allí hasta ahora culpables, tanto por acción como por omisión. Solamente incrementa el grado de culpabilidad la proporcionalidad de tiempo que ha estado cada uno de los partidos políticos en el poder, debiendo hacerse cargo en ese orden de su responsabilidad, consecuentemente.
Según los últimos datos creíbles que publicó el INDEC, poco antes de transformarse en INDEK, a fines de 2004 había en la Argentina 15,5 millones de personas que vivían en hogares que no tenían ingresos suficientes para comprar una canasta básica de bienes y servicios. Ahora esa cantidad bajó a 13 millones (si es que podemos creer en los datos oficiales), pero aún así esa es una cifra muy elevada considerando que la población de Argentina es de 40 millones de personas.
Actualmente 3 de cada 10 argentinos no tienen dinero suficiente para comprar una canasta básica de bienes y servicios para una familia tipo (matrimonio y dos hijos) valuada en 849 pesos mensuales. Como para comparar, y según esos mismos datos en el mismo país en el que vivimos usted y yo, el grupo familiar de un profesional ejecutivo, que se ubica en la punta de la pirámide social, necesitó, en setiembre de este año, 18.731 pesos para cubrir sus consumos habituales.
Por su parte, el número de indigentes, la franja más pobre de habitantes, que no llega a cubrir la canasta básica de alimentos, bajó (según esos datos que usted sabrá si son confiables) de 5,7 millones a 4,7 millones. El valor de la "canasta de indigencia" hoy es de 393 pesos para una familia tipo. ¡Obviamente que sin carne!
Si se considera una familia tipo de cuatro integrantes el ingreso de las personas indigentes es menos de un dólar por día. Pero como las familias pobres son las más numerosas puede deducirse que las personas indigentes tienen menos de 70 centavos de dólar diarios para subsistir.
Aún así, la pobreza se redujo más que la indigencia. Y eso se explicaría porque la ayuda de los "planes sociales" siguió congelada, mientras que una porción importante de los asalariados obtuvo mejoras por encima de la inflación. Además el descenso de la desocupación ayudó a mejorar los ingresos de las familias de menores recursos.
También por esa razón, la pobreza se ubica levemente por debajo de la que existía a mediados de 2001. Pero la indigencia supera a la que se registró en aquél momento.
Sin embargo estos datos y este discurso no formaron parte de las apreciaciones políticas que escuchamos por estos días, tanto desde la xenofobia del macrismo cuánto desde la soberbia de algunos sectores del kirchnerismo, básicamente del relacionado a Aníbal Fernández, Página 12 y 6, 7, 8, que se obstinan en negar la realidad. Parece que el libro de cabecera de todos ellos es "El Conde Lucanor" (antes se leía en el colegio) y más precisamente de él la parábola del rey desnudo. Si bien es cierto que gran parte de esos problemas que estamos padeciendo tienen que ver con la decadencia de la educación, bueno sería que entendieran, víctimas y victimarios, la frase con la que termina el cuento: "A quien te aconseja encubrir de tus amigos, más le gusta engañarte que los higos".
En todo caso, si no son tan afectos a la literatura española, por lo menos que lean el Eclesiastés, en aquella parte que dice "infinito es el número de los necios".
Y decimos esto porque a nosotros nos molesta muchísimo el discurso oficial. Del macrismo no esperamos nada, porque es una continuidad ideológica del pensamiento del Proceso, que estaba dirigido a lograr una Capital Federal para los ricos. Así un día, o mejor dicho una noche, cargaron los camiones de Manliba, que era la empresa concesionaria del servicio de recolección de residuos, con todos los villeros, y los llevaron con sus cosas al otro lado de la Avenida General Paz. Arrasaron con topadoras las viviendas y de esa manera, mágicamente, "terminaron" con el problema.
Pero el kirchnerismo está avalado por sectores progresistas (por lo menos eso dicen ser), que no pueden pretender hacernos creer que el supuesto crecimiento del sistema capitalista permitirá que aun los pobres se vean beneficiados con el "goteo" de la riqueza generada. ¡Ni el goteo de las canillas les va a llegar así!
Y encima, esta misma Argentina en la cual la pobreza se había reducido a bolsones críticos, pertinaces pero de magnitud relativamente moderada, en gobiernos democráticos no peronistas (¡Sí!), se está pareciendo cada vez más a ciertas sociedades latinoamericanas de las que se nutre nuestra inmigración, en las que la mendicidad se extiende progresivamente.
La pregunta es: ¿Qué hacer, entonces?
La liquidación de la pobreza y la posibilidad concreta de que cada uno de nosotros tenga acceso a una vida y a una vivienda digna, será consecuencia de una reorganización profunda de la sociedad y la convivencia humana. La meta es el cambio de sistema y el logro de una sociedad igualitaria.
El día que el que venga a inaugurar las nuevas casas se quede a vivir en una de ellas, sabremos que vamos por el buen camino.
¿Se entiende?
Hay una frase muy bonita tomada del samba de las favelas (villas miserias) de Brasil:
"Tenemos tierra en el cielo, queremos tierra en la tierra".
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 9 de diciembre de 2010

Más de cinco siglos igual

Más de cinco siglos igual - Editorial del 10 de diciembre de 2010
Como resultado de una conquista por la guerra y de una dominación que lleva ya algo más de 500 años, la sociedad occidental promueve un silenciamiento acerca de la cuestión de los pueblos originarios, alguna vez mal llamados "indios", que provoca desinterés y desconocimiento absoluto, incluso sobre la existencia misma de estos pueblos. Esto significa una vergüenza que nos toca a todos, ya que sólo tomamos conciencia, y por algún tiempo, cuando se produce un atropello como el que ha sucedido hace unos días en Formosa.
Los derechos humanos son indivisibles, inalienables e inajenables. Si hay un sector de la población al que se le niegan los derechos humanos, esto constituye una violación al concepto mismo. Y dentro de esos derechos es fundamental el reconocimiento de su identidad cultural, por cuanto ellos tienen una filosofía de vida propia, que nosotros hemos desechado, hemos destruido y seguimos silenciando.
Sin embargo hay mucho para aprender. La forma de vida de esos pueblos hoy "coincide" con las novedades de los movimientos ecologistas: el uso que hacen de la tierra, el aprovechamiento de la fauna y de la flora, no tiene jamás características de expoliación y explotación, sino que lo hacen con un profundo respeto por la naturaleza y un sentido de conservación. ¡A ellos ni se les ocurriría usar glifosato!
Lo mismo ocurre con la ciencia: la homeopatía, la herboristería, la medicina natural, eran practicadas por esos pueblos antes y siguen practicándose ahora, aunque con menos libertades, ya que no sólo se les niega la atención médica "moderna" occidental, sino que también se les prohíbe utilizar su medicina propia. Nuestras leyes consideran "brujerías" todo lo que hacen los "curacas" del norte o las "machi" mapuches.
En cuanto a la organización social, de la que nosotros mismos no somos ningún ejemplo, las comunidades protegían la existencia de todo ser dentro de la misma, ya que una parte del trabajo comunitario era destinado a solventar las necesidades de la comunidad en su conjunto. No existía la concepción de la beneficencia y la limosna. Lo que ahora esos pueblos reclaman y necesitan es que se les desaten las manos y la mente, dado que tienen la capacidad y las formas de autogestión necesaria como para continuar desarrollando por sí mismos una evolución cultural que impidieron, primero la conquista y más tarde (hasta hoy) la marginación.
En la Argentina, después de las tristemente célebres "Campañas del Desierto", verdaderos genocidios y a cuyos autores materiales e intelectuales perpetuamos en nuestra moneda, continúa un exterminio cruel y lento, consistente en las enfermedades, el hambre y la usurpación de tierras. ¡Y si no pregúntenle a Gildo Insfrán, cuyo gobierno reprime y mata para despojar al pueblo quom de unas 5 mil hectáreas de las que son propietarios por ley. Reprimen a los pueblos aborígenes con plomo y fuego. Reprimen, incendian, persiguen, encarcelan y matan para que los terratenientes sigan acrecentando sus campos. Mocovíes, quom y wichis llevaban siglos viviendo en estas tierras cuando llegaron los europeos hace 500 años! La legislación vigente, convenios, tratados, leyes, en Argentina, en relación con los pueblos indígenas, es clara y abundante. Sin embargo en Formosa parece inaplicable. Una ley que no puede ejercerse es una ley mutilada.
Hay que tener en cuenta que para el aborigen la tierra no significa prestigio y poder, ni es solamente una fuente de trabajo, sino que es el centro de su vida comunitaria, la base de sus organizaciones y el origen de sus tradiciones y costumbres.
Lo que no siempre se dice, y resulta ser quizás la raíz del problema, es que como trabajador, el aborigen, dueño de esta tierra, no es simplemente un explotado más, sino que está en condición de servidumbre y muchas veces de esclavitud. Para él no existen ni la previsión social ni la posibilidad de reclamo. Hay denuncias concretas, en nuestro país, de casos en que se los junta a todos en camiones, se les quita la documentación, se les paga el trabajo con vales y no se les devuelve el documento hasta que no paguen sus deudas, lo que resulta imposible porque el patrón cada vez los endeuda más. Esto es esclavitud.
Si queremos ir más a fondo, hasta nuestra Constitución era discriminatoria hasta 1994, porque por un lado su articulado hablaba de que "se hará la pacificación y la evangelización de los indios", mientras que a los extranjeros se les garantizaba el derecho a practicar libremente su religión.
La cuestión de los pueblos originarios tiene que ser asumida por los intelectuales (no hemos leído nada acerca del tema que haya emanado de la kirchnerista "Carta Abierta", y mucho menos del oficialista "6, 7, 8"), los partidos políticos y la sociedad en su conjunto. La verdadera identidad nacional debiera ser pluriétnica y pluricultural. Es necesario que por fin se les dé a esos pueblos la participación política propia de un estado de derecho y de una vida democrática. Como dicen ellos mismos, "una democracia que restringe la participación al acto eleccionario, es una democracia sin calidad, atada y sin posibilidad de disensos".
Así como no hubo liberación para ellos con nuestras revoluciones independentistas, tampoco la posibilidad de elegir y ser elegidos es una realidad para esos pueblos.
En su bula "Sublimus Deus", dictada en 1537, el Papa Paulo III admitió que los primitivos indios americanos eran "seres humanos, dotados de alma y razón". Desde entonces, y pese a ello, el hombre blanco sólo parece haberse ocupado de los indígenas para convertirlos al catolicismo o explotarlos en las minas, los ingenios y las estancias, cuando no emprendió contra ellos esas salvajes guerras de extinción que, como decíamos más arriba, fueron eufemísticamente denominadas "Conquistas del Desierto", encumbrando a la categoría de próceres a sus dos más preclaros responsables: Juan Manuel de Rosas y Julio Argentino Roca.
Las comunidades que han logrado sobrevivir continúan en la lucha por el reconocimiento de sus derechos más elementales, padecen enfermedades endémicas, son analfabetos (del castellano) en su mayoría y sufren la humillante marginación a la que los somete la "civilización".
Paradójicamente, Clarín y los demás medios coinciden con los intereses kirchneristas de Insfrán. La misma prensa que destinó miles de caracteres, por ejemplo, al caso Carolina Píparo, dejó pasar inadvertida la represión a los pueblos originarios en Formosa. Para las clases dominantes, ni los Berdún, ni Sixto Gómez, ni Félix Díaz valen lo mismo que un porteño, blanco, de clase media alta. No sólo son racistas. Hay profundos intereses de clase que los unen y los acercan mucho más de lo que ellos dejan ver.
Con plomo, pólvora, golpes, fuego y cadenas, imponen la rémora feudal del latifundio. Pero además, los irrita que los aborígenes intenten ponerse de pie. Les duele la dignidad de los desterrados de su tierra. Los encoleriza que los despojados de todo sean capaces de unirse, organizarse, decidir democráticamente, y hablar con voz y palabras propias para exigir lo que les corresponde.
En fin, aunque no lo digan se les nota.
Lo que los mueve es la tirria al derecho de que la tierra sea para quien la trabaja.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

viernes, 3 de diciembre de 2010

¡Compadre, qué tiene el vino!

¡Compadre, qué tiene el vino! - Editorial del 3 de diciembre de 2010
El título de hoy lo tomamos prestado del nombre de un chamamé del Padre Julián Zini, que de ninguna manera es una apología del alcoholismo, sino una significación de una realidad social que nadie puede discutir, y contra la que, como en tantas otras cosas, no se puede pretender luchar con leyes prohibitivas.
No es éste el lugar para transcribir el texto completo, que por otra parte está al alcance de quien lo quiera leer, pero sí vamos a dejarles una de sus estrofas, sumamente descriptiva:
"Traigan el vino más vino, tráiganlo acá,
Que mi pueblo está callado y es hora que empiece a hablar;
Denle vino y vino bueno y ha de gritar su verdad,
Y ha de cantar para el mundo su canto de libertad".

Reiteramos, para que quede claro, que el autor de estos versos es un sacerdote, y no precisamente de los llamados "tercermundistas". Sólo un entendedor de las cosas de su pueblo. ¡Sólo eso!
La verdad es que teníamos una cantidad de opciones, ya que no por casualidad el cancionero argentino generó infinidad de temas que en sí mismos son un poema, dedicados al vino. Y cada uno tiene un enfoque diferente, aún cuando sean coincidentes en otorgarle un valor claro y fundamental a la hora de conformar la idiosincrasia de los argentinos.
Pero todo esto viene a cuento porque en estos días, y casi al mismo tiempo que la Presidente Cristina Fernández firmaba el decreto que declara al vino "bebida nacional", con el argumento de que no sólo responde a cuestiones económicas o de producción, sino que hace a la "identidad" y a la "cultura nacional" de los argentinos, en nuestra ciudad el Honorable Concejo Deliberante votó por unanimidad una Ordenanza que prohíbe, en todo el ejido, el suministrar en forma gratuita u onerosa bebidas alcohólicas, cualquiera sea su graduación, presentación o preparación, a menores de 18 años, ya sea en forma directa o actuando como intermediarios en la compra o por cualquier otro carácter.
La prohibición alcanzará a los comercios habilitados como Estaciones de Servicios y sus anexos, como así también la venta y/o distribución mediante la modalidad "Delivery" en el horario establecido como restrictivo.
Además se determinó que cualquiera sea la naturaleza de las bocas de expendio o entrega, ya sea que se dediquen en forma total, parcial o circunstancial, donde se comercialicen o den bebidas alcohólicas, será de colocación y uso obligatorio, en un lugar visible, de al menos un cartel indicador (sic), con caracteres destacables, cuyo texto anuncie: "Prohibida la venta o entrega de bebidas alcohólicas a menores de 18 años de edad".
Cuando la autoridad de aplicación "presuma razonablemente" o constate la comisión de las faltas contempladas estará facultada a dar "inmediata intervención a la autoridad policial de la provincia".
Y si se constatara que en un lugar hay presencia de un menor de 18 años en estado de ebriedad se considerará "indicio cierto que lo es por el producto de la venta de bebida alcohólica en dicho lugar y prueba suficiente de la violación de la Ordenanza", con lo cual el espíritu de la norma plantea claramente que los titulares de los locales comerciales deberán ejercer el derecho de admisión y permanencia en función de la posición de "garante de aquello que asume por su actividad comercial".
Esta Ordenanza es resultado directo de una Audiencia Pública que se realizó en nuestra ciudad hace un tiempo. Y justamente en esa Audiencia, establecida en el art. 51 de la Constitución de Entre Ríos, a la que asistió poca gente pese a la convocatoria amplia que se hizo, es dónde surgió la idea de la prohibición.
Hablando con una alta funcionaria al respecto, ella nos decía que quienes no habíamos estado presentes en esa instancia no podíamos ahora expresar nuestra queja. ¡Craso error! Es más, ya hemos escrito en esta página, y lo hemos dicho cuantas veces ha sido necesario, que no estamos de acuerdo con estas "formas semidirectas" de democracia. Pese a que en este caso específico la misma institución establece que no es vinculante, nosotros creemos, e incluso así lo habíamos dejado expresado cuando trabajamos en el proyecto constitucional, que debemos poner énfasis en la elección de los legisladores, seleccionándolos de entre aquellos que demuestren aptitud para la función, y proporcionándoles una plataforma política adecuada que prevea este tipo de situaciones. Nadie puede decir que la problemática del alcohol no estaba presente cuando las últimas votaciones. Si los partidos no tenían un proyecto al respecto, o si cada uno de los concejales no había previsto esa circunstancia, no podemos venir en su salvaguarda desde nuestra condición de ciudadanos que hemos delegado el ejercicio del poder.
Una concejal opinó, en los tiempos en que se estaba tratando el proyecto de Audiencia Pública, que "la audiencia nos permitirá ver cuántos estamos interesados en participar, cuántos somos los que verdaderamente estamos comprometidos y queremos a nuestra gente...cuánto nos importa la seguridad y el futuro como sociedad".
Aún cuando confiamos en la capacidad y formación de Noelia Reyes, edil de la UCR que emitió esa opinión, no estamos de acuerdo con que esa sea la medida del compromiso de cada uno de nosotros. El desarrollo de la audiencia, que fue bastante criticado, más posturas como la que hemos expresado, que tienen consenso ideológico, hacen sostenible el criterio de que para algo se elige a los representantes del pueblo. Es de ellos la responsabilidad. El compromiso de los demás, en todo caso, se demostrará en la militancia, en la difusión de las ideas, en la participación en entidades intermedias, en la práctica de acciones culturales, educativas, deportivas, etc. Conocemos a muchos que hoy se rasgan las vestiduras por la poca presencia de gente en aquella audiencia, mientras han vivido toda la vida en una campana de cristal y no han sido partícipes de ninguna actividad comunitaria en beneficio de los demás.
Y si hablamos de prohibir, más vale prohibamos programas como el de Tinelli y todo el circo que gira alrededor de él y repite en distintos horarios y canales la sarta de estupideces, vulgaridades y malos ejemplos que son el fundamento y finalidad del programa. ¡Ah! ¿Eso no se puede prohibir? ¿Eso es atentar contra la libertad de prensa? Entonces restringirme a mí, persona mayor de edad y en ejercicio de todas mis facultades mentales, el derecho de comprar una cerveza a la hora que yo quiera, es lisa y llanamente un abuso de autoridad, más propio de las dictaduras que tanto denuestan estos "progres" de pacotilla, que de la democracia que supimos conseguir.
Las llamadas leyes secas, al prohibir el consumo de alcohol y no brindar oferta a la demanda existente, generan mercados negros, los cuales consiguen las bebidas en otros lugares y las venden para satisfacer tal necesidad a un precio más alto, debido a que en cualquier caso, la demanda sigue siendo más alta que la oferta.
Los chicos no beben por generación espontánea. Es más, aunque parezca una verdad de Perogrullo, no nacen bebiendo otras cosa que no sea leche.
La cuestión es, entonces, qué es lo que los hace empezar con el alcohol. ¿No seremos nosotros mismos, los mayores con responsabilidades, los que, como decía Sor Juana Inés de la Cruz, "somos la razón de lo mismo que juzgamos"? A los que votaron afirmativamente la ordenanza, les recomendamos otra canción, ya que estamos. La Marcha de la Bronca.
"Bronca pues entonces cuando quieren
Que me corte el pelo sin razón
Es mejor tener el pelo libre
Que la libertad con fijador".

Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 25 de noviembre de 2010

El “menosmalismo”

El “menosmalismo” - Editorial del 26 de noviembre de 2010
Desde la muerte de Néstor Kirchner se ha agudizado en algunos la convicción, que ya era preexistente, acerca de que los gobiernos de Néstor y de Cristina son lo "menos malo" (de ahí nuestro título de hoy) que nos puede pasar, con lo que, acostumbrados como estamos a conformarnos con la sobras, debemos entender, como lo hacen ellos, que este es el mejor período de la Historia Argentina.
La táctica y la estrategia utilizadas terminan siendo maquiavélicas, ya que se habla solamente de las cosas que están bien hechas, y aún así se las menciona aisladas de las restantes realidades de éste y de los otros gobiernos.
Así, cuando alguien pretende que se le expliquen ciertas "irregularidades", enseguida empiezan con las acusaciones de gorila o de servidor de los monopolios mediáticos.
Una de las cosas que nos gustaría que nos hicieran entender, en vez de enojarse tanto, es por qué si se autoproclamaron "peronismo de izquierda" y reconocen sus vertientes ideológicas en los movimientos sociales de los '70, se están aliando con sectores impresentables del sindicalismo que no buscan otra cosa que su enriquecimiento personal. ¿Dime con quién andas?
Tampoco se conocen las razones, simplemente porque nadie las da, del cambio de destinatarios de los planes asistenciales. Antes, en lo que puede considerarse el mejor momento del kirchnerismo, se los daban a las organizaciones sociales, mientras que ahora los manejan los señores feudales del conurbano bonaerense, que los reparten "cómo se les canta", que viene a ser a cambio de votos.
Y en las provincias argentinas, una de ellas la nuestra, esos fondos sirven para el mismo fin, separando las aguas entre amigos y enemigos, aunque suene fuerte el término.
Es indudable que los kirchneristas propusieron algunas cosas buenas, aunque llenas de trampas. Y lo peor de todo es que no permitieron que se las mejorara, justamente porque iban a quedar en descubierto esas trampas. Y no son pocas las oportunidades en que para defender a los banqueros ladrones y, de paso, hacer negocios, terminan juntándose alegremente con lo que ellos, desde sus prístinas conciencias, denominan "la otra derecha".
No puedo entender, por más que me lo expliquen y que lo adornen, cómo puede ser considerado el "menos malo" un gobierno que le prorrogó la concesión de Cerro Dragón, el yacimiento de petróleo más grande del país, a la British Petroleum, hasta 2047, por una miserable regalía. ¿O es acaso el menos malo de la historia pese a haber vetado la Ley de Glaciares, en beneficio de la Barrick Gold, para destruir y envenenar nuestra cordillera? Pero, es claro, mientras aplaudimos el gesto de bajar los cuadros de la ESMA (lo que está bien), Cristina se abraza en la reunión del G-20 con los que representan ese poder económico, y dice, genial e inocentemente: "lo único que hicieron es felicitarme".
¡Al lado de esos monstruos que se comen todo lo que encuentran, el multimedios Clarín es un cachorrito de caniche toy!
Y ya que estamos en el baile, bailemos. Esa lucha contra Clarín, que encabeza 6, 7, 8 desde la revolución que pretende hacer en Facebook (sentaditos frente a la notebook, por supuesto) o en marchas "autoconvocadas" en las que las pancartas parecen hechas por Versace, es justificada, pero, como dicen ahora los chicos, me parece que se "bardearon".
En esa constante que tienen los defensores a ultranza del modelo, también ocultan que no hace mucho tiempo Néstor y Cristina (él y ella, para estar de acuerdo con el alegre "todos y todas") aceptaron la fusión de Multicanal con Cablevisión (del mismo multimedios). Y para esa época ya era por todos conocida la apropiación de Marcela y Felipe. A nadie le escapa que este hecho pasó a ser importante para los Kirchner sólo después de la "guerra con el campo", que los hizo cargar contra el eje Cobos-Clarín, olvidando el pasado común de los tres. Es también claro que la diferencia está en que, algunos, nunca compramos Clarín, no fuimos nunca kirchneristas, y no estamos de acuerdo con lo que hizo Cobos. Bueno; no estamos de acuerdo con lo que hizo Cobos cuando aceptó compartir la fórmula. No con lo que hace ahora. Con eso sí estamos de acuerdo.
Y respecto a otro tema del que el kirchnerismo se ha adueñado, como es el de los Derechos Humanos, es cierto que este gobierno (dos en uno) hizo mucho por los juicios a los represores de la dictadura, pero también es cierto que no hizo nada por desmantelar el aparato represivo estatal heredado del Proceso.
Y, en todo caso, para quitarse modestamente méritos, deberían reconocer primero que si hubiese ganado el peronismo en el '83, poco de lo que hoy están haciendo se hubiese podido hacer. Basta con leer los discursos de los candidatos del PJ de aquél momento (de los que se pueden leer, porque hay algunos como los de ¡Herminio Iglesias! que ni siquiera se merecen ser leídos) para darse cuenta que la amnistía total y definitiva a las juntas se iba a votar al día siguiente de ganar las elecciones. Solamente porque ganó Alfonsín, con todas sus imperfecciones, hoy tenemos a los jerarcas presos. Sí, hubo Obediencia Debida. Sí, hubo Punto Final. Pero primero, señoras y señoras, hubo Juicio a las Juntas. Algo que, sin más, y para aquellos que defienden el principio de "el menos malo", permite que no queden dudas de que el gobierno radical que recuperó la democracia fue el mejor de los menos malos.
Para intentar compararse con lo que consiguió el "padre de la democracia", y ubicarse por lo menos en el podio del "menosmalismo", Néstor y Cristina deberían haberse negado, por ejemplo, a pagar al FMI la deuda de la dictadura, de Menem y de De la Rúa. Eso hubiese sido, por lo menos, comparable a la decisión de juzgar, por primera vez en la historia del mundo, a los represores en el mismo escenario de sus atrocidades, y a pocos días de haber abandonado el poder.
Lo que sí le reconozco (y hasta le admiro) a este gobierno, es habernos recordado que la política es la única herramienta para transformar la sociedad y, a partir de esa premisa, haber impulsado una amplia discusión. Hace diez y hasta veinte años que no se discutía tanto de política. Ni siquiera entre sectores medianamente politizados. Hoy la discusión política surge en cualquier lado, en cualquier ámbito. Y eso es bueno, porque entre otras cosas servirá para estar preparados, y desenmascarar, a aquellos que, en las próximas elecciones, vengan a intentar ocupar un lugar en las listas por supuestos derechos adquiridos que nunca existieron, o que, en todo caso, ya están prescriptos.
Para concluir, entonces, y por si no quedó claro (y esto es muy personal, ja), no estamos de acuerdo con el enfoque pobre y sacado de contexto que hace 6, 7, 8, órgano oficial del "menosmalismo". Si uno mal no entiende, lo que pretenden hacernos creer es que o estás "con el gobierno popular y progresista", o "sos un vendido que le hace el juego a la derecha".
La realidad nos indica que acá no hubo una real redistribución de la riqueza, que acompañara el brutal crecimiento de la economía. Se continuó con la extranjerización de la tierra, la destrucción del bosque nativo (no hace falta más que, para muestra, recorrer nuestra Ruta 6), los subsidios a los grupos económicos y empresas privadas sin exigir el cumplimiento de las condiciones contractuales, etc. O sea, "casas más, casas menos", igualito al menemismo.
Por supuesto que la lista sigue. Solo quería dar un par de datos para que, algunos amigos, dejen de defender lo indefendible.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 18 de noviembre de 2010

No aclare que oscurece

No aclare que oscurece - Editorial del 19 de noviembre de 2010
Nota de la Redacción: Este editorial es continuación del anterior, titulado "El Hospital de algunos", por ser respuesta de la carta que nos enviara el Dr. Sergio Giordanengo, director del Hospital local. La misma está transcripta al pie del presente, para que aquellos que no acceden a la versión impresa de Crónica comprendan mejor el texto.
En esta misma edición de Crónica publicamos una nota firmada por el Director del Hospital "Sagrado Corazón de Jesús", Dr. Sergio Giordanengo, en respuesta a mi editorial de la pasada semana titulado "El Hospital de algunos".
Desde que mi padre decidiera reiniciar la edición de este semanario, que se había discontinuado en 1964, escribí y firmé 674 páginas de pensamiento libre, sin que nunca me condicionara ni mi filiación política, ni mi militancia gremial, ni mucho menos (muchísimo menos) mi fe religiosa. Solo una vez, al poco tiempo de comenzar esta tercera etapa, mi padre me "sugirió", al leer el original, que cambiara algunas cosas que podrían ser consideradas irritativas, y le rompí la hoja en la cara, como signo de que de ninguna manera iba a aceptar límites a mi forma de pensar.
Nunca creí tener la absoluta verdad de mi parte, pero acostumbro a escribir acerca de cuestiones que me llegan al alma, sin que haya prejuicios respecto a las temáticas que abordo.
Pero, sin embargo, y no obstante el respeto a este principio insoslayable, hay algunas situaciones que me ocupan más que otras, por la importancia coyuntural que les otorgo, pero, más que nada, porque considero que sus consecuencias mediatas son imposibles de predecir si no las analizamos a tiempo y lo más descarnadamente que podamos.
Entre esas se encuentran, sin dudar, las que tienen que ver con la política, en tanto "arte de gobernar para el bien común", y con las prácticas religiosas, en tanto derecho de la persona anterior al Estado, y que el Estado no solo no puede impedir, sino que además debe amparar, ya que para eso él ha sido constituido.
Lo que pretendo, al decir esto, es que quede claro que mi opinión al respecto es que el Estado de ninguna manera se debe entrometer en la conciencia religiosa de sus súbditos, sino todo lo contrario. Debe dejarlos en libertad de practicar su religión de acuerdo a su conciencia.
Cuando el Estado se confiesa laico debe respetar por igual a todas las personas en sus creencias y prácticas religiosas, con la sola limitación de que no se lesione el bien común, es decir el derecho de los otros y las condiciones morales o humanas públicas de la convivencia.
Hacer lo contrario, teniendo en cuenta que los extremos se tocan, sería virar peligrosamente hacia una sociedad política materialista, atea y sin religión.
He tratado siempre de ponerme a cierta distancia de las tentaciones fáciles, que podrían llevarme a aprovechar el tiraje para hacer convocatorias o incitar al pensamiento lineal de los lectores. Y es por eso que siempre escribí lo que pensaba, y seguramente seguiré escribiendo lo que pienso. Sin ambages y en el lenguaje coloquial que utilizo cotidianamente para dar clase, para hablarle a mis hijos o para opinar en congresos. Creo que nunca ha quedado ninguna duda acerca de lo que pienso respecto de algún tema, ¡y son varios los que he tocado en estos trece años!
Obviamente que hay en este recorrido algunas recurrencias, y tienen que ver con mi formación racional. Sólo el ignorante vive tranquilo en un mundo supersticioso, poblándolo de absurdos temores y de vanas esperanzas. Es crédulo, y si alguna vez duda, prefiere seguir mintiendo lo que ya no cree. Y si descubre que es cómplice de mentiras colectivas, calla sumiso y acomoda a ellas su entendimiento.
Acepto y publico la respuesta del Dr. Giordanengo, porque entiendo que compartimos la pasión por desestimar la ilusión de poseer verdades absolutas tanto como la de poner todo el esfuerzo en la búsqueda de las verdades relativas, sin acatar nada que excluya el control de la experiencia y la crítica. Y es por eso, también, que le contesto.
Pero no puedo aceptar, de ninguna manera, que pretenda desestimar mi reproche con la exclusiva fundamentación de que es único, como si la unicidad fuera sinónimo de error y la masividad de acierto. ¡La Historia Argentina y la del mundo están plagadas de ejemplos de lo contrario!
No es mía la culpa de que la gente no se anime a expresar lo que piensa. Es una constante nuestra esa actitud del "no te metás", que suele coincidir con temores reverenciales, comportamientos serviles o simplemente falta de convicción en el pensamiento. También es cierto que, muchas veces, las organizaciones institucionales privilegian posicionamientos políticos por sobre la prevalencia de sus ideales. Esto no puede desconocerse, y quizás explica en parte la soledad de mi reclamo.
Y mucho menos racional me parece, y eso me preocupa seriamente, la recurrencia a lo que "tradicionalmente ocurre". No es lícito concebir preexistencia de verdades absolutas, universales o eternas, implícitas en la razón abstracta.
Solo para usar un ejemplo que rebate esa afirmación, y que pertenece al ámbito de la ciencia que practica el Dr. Giordanengo, quiero rescatar la figura del Dr. Ignacio Felipe Semmelweis, médico nacido en Hungría pero que ejerció la medicina en Viena, y que fue duramente vilipendiado por sus colegas, al punto de tener que exiliarse, por insistir en la necesidad de lavarse las manos (literalmente) antes de atender un parto, como única manera de evitar la fiebre puerperal, que en esos tiempos causaba una mortalidad superior al 25%. Según él pensaba, y el tiempo le dio la razón, la enfermedad era causada por el material infeccioso transportado por las manos sucias de los médicos. Sin embargo terminó internado en un hospital mental, ya que le fue imposible luchar contra lo que "tradicionalmente ocurría". Y allí murió, paradojalmente víctima de la propia enfermedad contra la que luchaba y de la ignorancia que domestica a los hombres.
En casi todos los ámbitos de la vida hay situaciones similares, y por eso es que no acepto el simplismo de la explicación.
Yo tuve la valentía de expresar el dolor que me causaba la evidente discriminación, para la que, como dice la frase con la que terminé la semana pasada, no hace falta más que una víctima. No me alcanza, entonces, con la sugerencia de que cualquier otra consideración sería prejuiciosa, ya que nunca me he manejado en ese aspecto con prejuicios, de lo cual la sociedad de Basavilbaso puede dar claro testimonio.
Y volviendo al centro de la cuestión, transcribiendo literalmente el párrafo en el que el Dr. Giordanengo manifiesta "su crítica merece la calificación de exclusiva, como sinónimo de única; ya que es esa la que nos consta y no tuvimos otra, ni personal, ni oral, ni confidencial al respecto, lo que creemos debería haber ocurrido", también cae por su propio peso, a mi entender, con una comparación de la que Crónica es parte. Por el Hospital de Todos (que, finalmente, y mal que les pese a algunos, es el Hospital de Todos) pasan por día cientos (creo no equivocarme) de pacientes, atendidos con el mismo celo y cuidado. Sin embargo solo un pequeño porcentaje de esos pacientes es el que agradece a la institución, a los médicos, a los enfermeros y al personal esa atención.
Ruego, entonces, que se relea el párrafo encomillado, pero pensando en esta última apreciación. No obsta a la validez de los agradecimientos que no lo hagan todos los pacientes, como tampoco obsta a la validez de las críticas que sean hechas por una sola persona.
La verdad es que las explicaciones no me han satisfecho. La de la falta de invitación al Diputado Artusi la tomo como la aceptación de un error sincero, pero opto por no leer lo demás. La de las restantes ausencias, no tienen que ser explicadas por el Director del Hospital, sino por los ausentes. Esa era la intención.
Y, como es obvio, la de la exclusiva ceremonia católica, me sigue doliendo en el alma.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

Al
Dr. Mario Arcusin
Editor Responsable
Semanario Crónica
Ciudad
De mi mayor consideración:
A modo de respuesta a la lectura de su editorial "El hospital de algunos" de la semana pasada, me permito acercarle las siguientes consideraciones, solicitándole su publicación:
Creemos haber conmemorado los 50 años del Hospital, intentando hacer las cosas lo mejor posible, poniendo todos los que nos involucramos en la tarea, lo mejor de nuestro esfuerzo, dedicación y esmero. En ese marco, cometimos errores, muchos más que los que su sagacidad e inteligencia periodística dejan constancia en su nota editorial, pero de entre todos los que se unieron a la celebración, su crítica merece la calificación de exclusiva, como sinónimo de única; ya que es esa la que nos consta y no tuvimos otra, ni personal, ni oral, ni confidencial al respecto, lo que creemos debería haber ocurrido.
Es verdad, omitimos invitar al Diputado Provincial Arquitecto Artusi, nos disculpamos públicamente por dicho equívoco; pero es perdonable olvidarnos de alguien que -en casi tres años de gestión- nunca se ocupó, ni visitó, ni gestionó, absolutamente nada para este nosocomio. Obviamente Ud. podrá decir que es de la oposición y nosotros que es legislador y ambos tendremos razón. Así que reiteramos nuestras disculpas.
Respecto a los demás ausentes que se mencionan, se les remitió invitación. Obviamente no es obligación para nadie concurrir a una cena o a un acto u otro evento de la celebración. Es parte de la libertad y no nos sentimos agraviados por ninguna ausencia. Si reconocidos y agradecidos por las presencias, que por suerte fueron muchas.
Respecto a la oración religiosa y a la bendición de las placas, se ha cumplido con lo que tradicionalmente ocurre. Permítame plantear que me resulta difícil hacer alguna consideración no prejuiciosa al respecto -dadas mis ostensibles limitaciones-, por lo que no emitiré juicio de valor.
Atte.
Dr. Sergio Giordanengo
Director
Hospital Sagrado Corazón de Jesús
"El Hospital de Todos"

jueves, 11 de noviembre de 2010

El hospital de algunos

El hospital de algunos - Editorial del 12 de noviembre de 2010
Los apodos, sobrenombres o pseudónimos con los que se conoce a una persona (de existencia visible o de existencia ideal) demuestran su efectividad en la medida en que son reconocidos por el uso. Si no, quedan irremediablemente perdidos en el mar del olvido. Yo mismo tuve durante mi adolescencia uno tan apto, que hasta lo heredó mi hijo.
Tantas vueltas tienen que ver con que el Director del Hospital "Sagrado Corazón de Jesús", Dr. Sergio Giordanengo (de paso, la mayoría de la gente pronuncia mal su apellido, así que es una buena ocasión para corregir el error), en su discurso pronunciado en el acto oficial por los 50 años del nosocomio que dirige, aseguró que habían acertado en llamarlo el "Hospital de Todos", porque así era como lo sentía la comunidad.
Y es cierto. Las páginas de Crónica son un espejo constante de los agradecimientos de la gente por las atenciones recibidas, remarcando expresa o taxativamente, que en él se sienten en su casa. Y la consustanciación que ha logrado la Cooperadora, para cada cosa que organizan y en los resultados que obtienen, también así lo demuestra día a día.
Pero…
En los festejos a que hacemos referencia, y sobre todo en el acto al que aludimos, por ser el que protocolarmente involucra a la ciudadanía en general, ocurrieron algunos hechos que no queremos dejar de mencionar, porque contrastan claramente con la idea expresada de "todos".
En primer lugar, y sin que ello signifique asignarle un orden de prelación, llamó muchísimo la atención la ausencia de los tres legisladores provinciales del Departamento Uruguay. Solo pudimos corroborar que en el caso del Diputado Provincial José Antonio Artusi, de la Unión Cívica Radical (o del Acuerdo Cívico y Social, para ser más exactos en la nomenclatura) no existió invitación, lo que resulta de por sí una gravísima falla del protocolo. No averiguamos (porque no quisimos) qué es lo que pasó en el caso del otro diputado, y que además es de nuestra ciudad. Nos referimos, obviamente, a Horacio Fabián Flores. Si no lo invitaron, doble error imputable a la organización. Si no asistió por su propia decisión, entonces entrará dentro de las consideraciones que más abajo desarrollaremos, pero no por eso será menos grave la categorización. No tenemos contacto con el Senador Schepens, pero imaginamos un escenario similar a los dos casos anteriores: o no fue invitado, o no pudo/no quiso, venir.
Ahora bien, en este sistema republicano y representativo del que gozamos, y que tanto nos ha costado primero conseguir y luego recuperar, la figura de los legisladores no es de menor importancia. Los diputados son los representantes del pueblo, y los senadores los representantes del departamento por el cual han sido elegidos. Y si bien su función principal y originaria es la de hacer las leyes, sabido es que comparten ese tiempo con la gestión para su lugar de origen de distintas cuestiones que hacen a la satisfacción de las necesidades de la población toda.
A esa notable ausencia se sumó, siguiendo con el mismo tema, la de nueve de los diez integrantes del Honorable Concejo Deliberante, incluido en ese número su presidente, el Prof. Roberto González. La única que estuvo presente fue Paula Formigo, y a eso hay que destacarlo. Entonces, lógicamente, acá también uno debe preguntarse si no los invitaron, o ellos mismos decidieron no venir. ¡Todo un tema!, como se dice ahora.
A los habitantes de esta ciudad no se les escapa la confrontación interna que existe en el partido gobernante, que ya ha llegado al punto de la escisión. Cinco de los siete concejales que obtuvieron el cargo por acción y efecto del arrastre fenomenal de la "cadena" Fernández de Kirchner - Urribarri - Flores - Rossi, en el año 2007, entienden ahora que ese movimiento "no los contiene", y sí el denominado "Peronismo Federal" que tiene en Entre Ríos como principal figura a Jorge Pedro Busti. Pero, ¿qué culpa tiene el Hospital? ¿O acaso, y acá comenzamos a descubrir la razón del título, es en realidad, para algunos el "Hospital del Frente Para la Victoria"? Y cuando digo algunos, entiéndase, porque está muy claro, que me refiero a la responsabilidad tanto de aquellos que resolvieron que a ciertas personas no había que invitarlas, cuánto a los que, invitados, resolvieron no concurrir.
Tampoco estaban, nobleza obliga decirlo, los tres concejales radicales. ¡Otra vez todo un tema!
Antes de continuar, yo ya me hice el compromiso de recordar esta cuestión, por este medio o por el que corresponda, el próximo año, en el que habrá elecciones. Creo que sería justo preguntarle a aquellos que se postulen a cargos electivos cuál será la actitud que tomarán frente a la disyuntiva de atender a meras cuestiones partidarias o a privilegiar los intereses de la comunidad toda. Y otra vez la pregunta interesa tanto a los que lo organizaron cuánto a los que no fueron.
La síntesis nos lleva a hacer notar que en ese acto oficial del sábado a las 11 hs. en la explanada del Hospital había solo dos autoridades elegidas por la gente, entre medio de un palco colmado de funcionarios. ¿Para eso queremos la democracia?
Y lo otro, adelantado ya en la tapa para quienes leen Crónica en su versión impresa, tiene que ver con la reiteración de una única ceremonia religiosa y siempre solamente católica, en este tipo de acontecimientos.
A raíz de una opinión vertida por la Dra. Carmen Argibay, actual integrante de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y también de los fundamentos expuestos en un proyecto de ley para la provincia de Santa Fe, se está discutiendo por estos días si corresponde que en los edificios públicos argentinos existan símbolos religiosos expuestos, básicamente crucifijos, que son los que normalmente presiden los despachos oficiales y muchas de las dependencias del Estado a las que concurre habitualmente gente de distintos credos religiosos. Hablamos de Juzgados, escuelas, comisarías…y hospitales.
Ya acá me manifesté, hace poco, a favor de que se mantengan esos íconos, pero que a los mismos se le agreguen, por lo menos, la Estrella de David y la Media Luna musulmana, por ser las imágenes más expresivas de las otras dos religiones mayoritarias existentes en la Argentina, entendiendo que la Cruz representa a todos los cristianos, y no sólo a los católicos.
Es difícil expresar el dolor que sentí en la mañana de ese sábado cuando casi todos los presentes acompañaron la celebración religiosa del Padre Raúl Ladërach (un amigo, por otra parte) persignándose y respondiendo a las distintas invocaciones, mientras que tres o cuatro personas, entre ellas yo mismo, permanecíamos quietos y en silencio, respetando la fe de los demás, pero sin poder expresar la nuestra. Así como el dicho popular asegura, con razón, que no se puede estar "medio embarazada", es clarísimo que "todos" quiere decir "todos", y no "casi todos". Nos guste o no nos guste, y aunque suene fuerte el término, lo que pasó en esa ceremonia constituye un peligroso caso de discriminación. En ese Hospital, en que yo tuve que orar en silencio porque a los organizadores no se les ocurrió otra cosa, hace trece años murió mi madre. ¡Vaya entonces si yo tenía razones para rezar!
En ocasión de los festejos del Bicentenario en nuestra ciudad (no así en otros lugares, incluida la ceremonia a nivel nacional) pasó lo mismo. Yo pedí explicaciones, y nadie me las dio. Durante casi seis meses Crónica lució en su portada la pregunta: ¿Por qué no hubo ceremonia multiconfesional para el Bicentenario en Basavilbaso?", y nunca nadie se dignó a responderla. Me ganaron por cansancio. La saqué, pero sustituyéndola por una similar, que inquiere: ¿Por qué no hubo ceremonia multiconfesional en el 50° aniversario del "Hospital de Todos"?
Para las dos ausencias, justificadas o injustificadas. La política y la religiosa, terminamos con esta frase que alguna vez ya utilizáramos:
"Si toda la humanidad, menos una persona, fuera de una misma opinión, y esta persona fuera de opinión contraria, la humanidad sería tan injusta impidiendo que hablase como ella misma lo sería si, teniendo poder bastante, impidiera que hablara la humanidad. La peculiaridad del mal que consiste en impedir la expresión de una opinión es que se comete un robo a la raza humana. Si la opinión es verdadera, se le priva de la oportunidad de cambiar el error por la verdad, y si es errónea, pierden un beneficio no menos importante: la más clara percepción y la impresión más viva de la verdad, producida por su colisión con el error. ("Sobre la libertad", John Stuart Mill; Londres 1859).
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

El hospital de algunos

El hospital de algunos - Editorial del 12 de noviembre de 2010
Los apodos, sobrenombres o pseudónimos con los que se conoce a una persona (de existencia visible o de existencia ideal) demuestran su efectividad en la medida en que son reconocidos por el uso. Si no, quedan irremediablemente perdidos en el mar del olvido. Yo mismo tuve durante mi adolescencia uno tan apto, que hasta lo heredó mi hijo.
Tantas vueltas tienen que ver con que el Director del Hospital "Sagrado Corazón de Jesús", Dr. Sergio Giordanengo (de paso, la mayoría de la gente pronuncia mal su apellido, así que es una buena ocasión para corregir el error), en su discurso pronunciado en el acto oficial por los 50 años del nosocomio que dirige, aseguró que habían acertado en llamarlo el "Hospital de Todos", porque así era como lo sentía la comunidad.
Y es cierto. Las páginas de Crónica son un espejo constante de los agradecimientos de la gente por las atenciones recibidas, remarcando expresa o taxativamente, que en él se sienten en su casa. Y la consustanciación que ha logrado la Cooperadora, para cada cosa que organizan y en los resultados que obtienen, también así lo demuestra día a día.
Pero…
En los festejos a que hacemos referencia, y sobre todo en el acto al que aludimos, por ser el que protocolarmente involucra a la ciudadanía en general, ocurrieron algunos hechos que no queremos dejar de mencionar, porque contrastan claramente con la idea expresada de "todos".
En primer lugar, y sin que ello signifique asignarle un orden de prelación, llamó muchísimo la atención la ausencia de los tres legisladores provinciales del Departamento Uruguay. Solo pudimos corroborar que en el caso del Diputado Provincial José Antonio Artusi, de la Unión Cívica Radical (o del Acuerdo Cívico y Social, para ser más exactos en la nomenclatura) no existió invitación, lo que resulta de por sí una gravísima falla del protocolo. No averiguamos (porque no quisimos) qué es lo que pasó en el caso del otro diputado, y que además es de nuestra ciudad. Nos referimos, obviamente, a Horacio Fabián Flores. Si no lo invitaron, doble error imputable a la organización. Si no asistió por su propia decisión, entonces entrará dentro de las consideraciones que más abajo desarrollaremos, pero no por eso será menos grave la categorización. No tenemos contacto con el Senador Schepens, pero imaginamos un escenario similar a los dos casos anteriores: o no fue invitado, o no pudo/no quiso, venir.
Ahora bien, en este sistema republicano y representativo del que gozamos, y que tanto nos ha costado primero conseguir y luego recuperar, la figura de los legisladores no es de menor importancia. Los diputados son los representantes del pueblo, y los senadores los representantes del departamento por el cual han sido elegidos. Y si bien su función principal y originaria es la de hacer las leyes, sabido es que comparten ese tiempo con la gestión para su lugar de origen de distintas cuestiones que hacen a la satisfacción de las necesidades de la población toda.
A esa notable ausencia se sumó, siguiendo con el mismo tema, la de nueve de los diez integrantes del Honorable Concejo Deliberante, incluido en ese número su presidente, el Prof. Roberto González. La única que estuvo presente fue Paula Formigo, y a eso hay que destacarlo. Entonces, lógicamente, acá también uno debe preguntarse si no los invitaron, o ellos mismos decidieron no venir. ¡Todo un tema!, como se dice ahora.
A los habitantes de esta ciudad no se les escapa la confrontación interna que existe en el partido gobernante, que ya ha llegado al punto de la escisión. Cinco de los siete concejales que obtuvieron el cargo por acción y efecto del arrastre fenomenal de la "cadena" Fernández de Kirchner - Urribarri - Flores - Rossi, en el año 2007, entienden ahora que ese movimiento "no los contiene", y sí el denominado "Peronismo Federal" que tiene en Entre Ríos como principal figura a Jorge Pedro Busti. Pero, ¿qué culpa tiene el Hospital? ¿O acaso, y acá comenzamos a descubrir la razón del título, es en realidad, para algunos el "Hospital del Frente Para la Victoria"? Y cuando digo algunos, entiéndase, porque está muy claro, que me refiero a la responsabilidad tanto de aquellos que resolvieron que a ciertas personas no había que invitarlas, cuánto a los que, invitados, resolvieron no concurrir.
Tampoco estaban, nobleza obliga decirlo, los tres concejales radicales. ¡Otra vez todo un tema!
Antes de continuar, yo ya me hice el compromiso de recordar esta cuestión, por este medio o por el que corresponda, el próximo año, en el que habrá elecciones. Creo que sería justo preguntarle a aquellos que se postulen a cargos electivos cuál será la actitud que tomarán frente a la disyuntiva de atender a meras cuestiones partidarias o a privilegiar los intereses de la comunidad toda. Y otra vez la pregunta interesa tanto a los que lo organizaron cuánto a los que no fueron.
La síntesis nos lleva a hacer notar que en ese acto oficial del sábado a las 11 hs. en la explanada del Hospital había solo dos autoridades elegidas por la gente, entre medio de un palco colmado de funcionarios. ¿Para eso queremos la democracia?
Y lo otro, adelantado ya en la tapa para quienes leen Crónica en su versión impresa, tiene que ver con la reiteración de una única ceremonia religiosa y siempre solamente católica, en este tipo de acontecimientos.
A raíz de una opinión vertida por la Dra. Carmen Argibay, actual integrante de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y también de los fundamentos expuestos en un proyecto de ley para la provincia de Santa Fe, se está discutiendo por estos días si corresponde que en los edificios públicos argentinos existan símbolos religiosos expuestos, básicamente crucifijos, que son los que normalmente presiden los despachos oficiales y muchas de las dependencias del Estado a las que concurre habitualmente gente de distintos credos religiosos. Hablamos de Juzgados, escuelas, comisarías…y hospitales.
Ya acá me manifesté, hace poco, a favor de que se mantengan esos íconos, pero que a los mismos se le agreguen, por lo menos, la Estrella de David y la Media Luna musulmana, por ser las imágenes más expresivas de las otras dos religiones mayoritarias existentes en la Argentina, entendiendo que la Cruz representa a todos los cristianos, y no sólo a los católicos.
Es difícil expresar el dolor que sentí en la mañana de ese sábado cuando casi todos los presentes acompañaron la celebración religiosa del Padre Raúl Ladërach (un amigo, por otra parte) persignándose y respondiendo a las distintas invocaciones, mientras que tres o cuatro personas, entre ellas yo mismo, permanecíamos quietos y en silencio, respetando la fe de los demás, pero sin poder expresar la nuestra. Así como el dicho popular asegura, con razón, que no se puede estar "medio embarazada", es clarísimo que "todos" quiere decir "todos", y no "casi todos". Nos guste o no nos guste, y aunque suene fuerte el término, lo que pasó en esa ceremonia constituye un peligroso caso de discriminación. En ese Hospital, en que yo tuve que orar en silencio porque a los organizadores no se les ocurrió otra cosa, hace trece años murió mi madre. ¡Vaya entonces si yo tenía razones para rezar!
En ocasión de los festejos del Bicentenario en nuestra ciudad (no así en otros lugares, incluida la ceremonia a nivel nacional) pasó lo mismo. Yo pedí explicaciones, y nadie me las dio. Durante casi seis meses Crónica lució en su portada la pregunta: ¿Por qué no hubo ceremonia multiconfesional para el Bicentenario en Basavilbaso?", y nunca nadie se dignó a responderla. Me ganaron por cansancio. La saqué, pero sustituyéndola por una similar, que inquiere: ¿Por qué no hubo ceremonia multiconfesional en el 50° aniversario del "Hospital de Todos"?
Para las dos ausencias, justificadas o injustificadas. La política y la religiosa, terminamos con esta frase que alguna vez ya utilizáramos:
"Si toda la humanidad, menos una persona, fuera de una misma opinión, y esta persona fuera de opinión contraria, la humanidad sería tan injusta impidiendo que hablase como ella misma lo sería si, teniendo poder bastante, impidiera que hablara la humanidad. La peculiaridad del mal que consiste en impedir la expresión de una opinión es que se comete un robo a la raza humana. Si la opinión es verdadera, se le priva de la oportunidad de cambiar el error por la verdad, y si es errónea, pierden un beneficio no menos importante: la más clara percepción y la impresión más viva de la verdad, producida por su colisión con el error. ("Sobre la libertad", John Stuart Mill; Londres 1859).
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 4 de noviembre de 2010

Thánatos

Thánatos - Editorial del 5 de noviembre de 2010
Los argentinos somos proclives a sublimar a la muerte y a sus efectos. Alguna vez hemos marcado acá cómo se han dado las cosas para que las fechas más importantes de nuestra historia, sobre todo las referidas a los próceres que construyeron la Patria, tienen que ver con el día de su fallecimiento. Uno pensaría, más sensatamente, que San Martín merece la gloria por haber nacido, y no por haber muerto. Indiscutiblemente. Como Belgrano, o como la Bandera que creó, ya que ambos son reverenciados el 20 de junio, y casi nadie se acuerda ni de la fecha en que se enarboló por primera vez, ni la del nacimiento de su creador. La cuenta podría seguir con personajes un poco más discutibles, o, por lo menos, menos intocables. Pocos saben cuándo nació Sarmiento, porque de él se habla el 11 de septiembre, ni tampoco se conoce demasiado públicamente la de Yrigoyen ni la de Perón, pero sí las de la muerte de ambos.
Entonces no es casualidad que ante desapariciones físicas como la del Néstor Kirchner hace pocos días, repitiendo a poco más de un año lo ocurrido con Raúl Alfonsín, aquellos que los denostaban y para quienes no había en el mundo nada peor, olvidaron sus ideales y se convirtieron, hipócritamente en admiradores del muerto.
Y, por el contrario, y esto es quizás más grave si es que se puede serlo, los que pretendieron (pretendimos) permanecer fieles a nuestras ideas, y para los que no cambia para nada la postura respecto a una persona, o respecto a sus actos, antes o después de muerto, fueron (fuimos) tildados de gorilas.
Otra vez debemos reiterar que nunca terminamos de entender bien el significado de este concepto. Según cuenta la leyenda política, siempre tan ligada al mundo artístico, estaba de moda una canción que, en su estribillo, decía “deben ser los gorilas, deben ser…”, y eso fue tomado como latiguillo para definir a los que no pensaban igual que el oficialismo peronista de los ’50.
Si hasta el subsecretario de Derechos Humanos de nuestra provincia arriesgó que la mirada crítica respecto a la gestión de Kirchner, y, por ende, la falta de actitudes genuflexas ante su féretro, constituían actitudes “gorilas”. ¡Andá!
La verdad es que a mí Kirchner nunca me gustó, ni como persona ni como político. Y siempre me quedó la íntima sensación de que ni aún aquellas cosas que hizo bien las hizo sin “dar puntada sin hilo”. Creo (estoy persuadido, homenajeando a Alfonsín) que toda su vida de dirigente político estuvo caracterizada por la impronta del enriquecimiento, suyo y de sus amigos.
La frase de Antonio Cafiero, que utilizara recientemente el concejal Arévalo en su encendido discurso, le cabe perfectamente. Es cierto que “hoy hay muchos políticos que tienen intereses permanentes y que por ahí renuncian a sus convicciones”. Lo que yo particularmente no creo,y por eso no coincido con Martín, es que Kirchner haya sido “un político de convicciones permanentes”.
Y ojo que respeto muchísimo el dolor de los peronistas, especialmente de los que siguen perteneciendo al Frente Para la Victoria porque no cortaron la cadena. Y no me voy a quedar tranquilo si se llevan estos conceptos para el lado equivocado. Creo que hay muchos argentinos que creen firmemente en la claridad de la gestión de Néstor Kirchner, así como yo y tantos otros seguimos creyendo que a Raúl Ricardo Alfonsín lo hizo renunciar un golpe de estado institucional producto de una alianza entre el sindicalismo que le hizo 14 paros y el PJ, que, todavía con la sangre en el ojo por la derrota del ’83, no dudó en contribuir a elucubrar sádicas maquinaciones que llevaron a los saqueos y al descontrol de los mercados, solo para adelantar el traspaso del poder y dejar a los radicales como modelo de la ineficacia en el gobierno.
Como he dicho tantas veces, tengo material documental suficiente que abona este criterio, y hoy a través de Internet, con un adecuado conocimiento del uso de los buscadores, pueden encontrarse declaraciones de “ilustrísimos” personajes que ahora se rasgan las vestiduras en defensa de la democracia y de los derechos humanos, pero tienen guardada su propia basura debajo de la alfombra.
No me gustó para nada la frase de la Presidente de la Nación, Cristina Fernández, dicha dentro de los que los abogados conocemos como “días de llanto y luto”, en la que se pone en el privilegiado lugar de los Salvadores de la Patria. Ese “siento que de mí depende la suerte de todos. Y también siento otra responsabilidad, la de hacer honor a su memoria y su gobierno, que cambió al país”, es, por lo menos, y para mi disgusto, una regresión a la idea de “el Estado soy yo”, y de la adelantada proclamación de prócer de su marido.
Kant, que de esto sabía, y en serio, dijo alguna vez, con cierta crueldad: “¿Qué recuerdo queda de los hombres? Una hora de trabajo para el marmolista”.
Y dentro de ese esquema de autosatisfacción que proclama la Señora Presidente, ¿se encuentra encuadrado también el festín que hicieron el viernes, con el cuerpo de Kirchner todavía caliente, ciertos personajes del gobierno nacional, bailando y tomando, y profiriendo insultos contra Cobos, por ejemplo? ¿Por qué nadie salió a explicar los dichos del “Ministro de Relaciones Exteriores y ¿Culto?”, Héctor Timerman, hijo de un periodista perseguido por la dictadura y víctima de la intolerancia y la discriminación? ¿O es que nadie se enteró que esa “fiesta” terminó con el canciller cantando al micrófono, a los gritos: "¡Andate, Cobos, la puta que te parió!”, mientras lo aplaudían Carlos Tomada, Ministro de Trabajo y Nilda Garré, Ministra de Defensa? ¿O vamos a terminar diciendo y creyendo que a eso no lo dijo Timerman sino el Concejal Rinaldi?
¡Y acá se suspendió el festejo de los 50 años del hospital, mientras estos sátrapas cantaban y bailaban! ¡Y yo soy gorila si lo digo!
Pregunto: ¿Para qué le propusieron a Cobos integrar la fórmula presidencial? ¿Acaso no sabían que era radical? ¿Pretendían hacer una transversalidad o en realidad querían cooptar a la mayor cantidad posible de opositores para bajar los riesgos? ¿Firmaron acaso un contrato con Cobos en el que se le impedía pensar distinto? ¿El “arreglo” incluía el silencio a cualquier costo? ¿Dónde está la cláusula constitucional que obliga al vicepresidente a pensar igual que el titular del PE? ¿Y dónde la que lo obliga a renunciar por pensar distinto?
Ahora comienzan las reuniones para “acompañar a Cristina” y “al modelo”. Nuestro destino está en manos de tipos como los que salen en esas fotos, reunidos para salvarnos, y uno, en serio, teme no sólo que no sepan cómo salvarnos, sino que ni siquiera les interese.
Y a mí me asusta que este modelo esté en las manos repudiables de estos nuevos ricos (políticos y gremialistas) que se empeñan en hacernos creer que son revolucionarios (¡no alcanza con poner la foto del Che!) pero se olvidan de cambiar ellos mismos, y continúan enriqueciéndose de una manera escandalosa, pero diciendo que trabajan por los pobres.
Al Paraíso, promete la Iglesia, van a ir todos los justos.
Pero, ¿cómo se sabe hoy qué es ser justo?
Si los presidentes lo supieran estaríamos más relajados.
Y ellos, los de ayer, los de hoy, los de siempre, no tendrían que lamentar las encuestas ni el inevitable reparo de la Historia.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 28 de octubre de 2010

Los límites de la estupidez

Los límites de la estupidez - Editorial del 29 de octubre de 2010
Resulta casi imposible mirar televisión argentina sin tener que asistir, como convidado de piedra, al que seguramente es el más pobre y triste espectáculo de estos tiempos, solo comparable, en la dimensión de lo trágico e inmoral, con las corridas de toros o las luchas de los leones y los gladiadores en los circos romanos.
Estamos hablando, obviamente, del programa de Marcelo Tinelli, que tan afín le resulta al "modelo" que nos gobierna, y que, paradójicamente, también le fuera funcional al menemismo, en eso de vaciar las mentes de las cosas que importan, y llenarlas con mierda.
Más allá de los criterios que sustenten que ese tipo de programas resulta necesario para evadirse de la realidad y divertirse en los momentos de ocio, nosotros estamos convencidos de que el límite termina resultando demasiado flexible, y mucha (mucha pero mucha) gente se convierte en adicta, pensando que sólo es un esparcimiento, sin advertir la forma descarada con la que le meten en la cabeza cosas inservibles, modelos despreciables, hábitos inconducentes y prácticas vergonzosas que caminan en la cuerda floja de la ilegalidad.
Por supuesto que ese mismo modelo al que le resulta funcional poco hace para evitar el tono subido y la vacuidad permanente, ya que les conviene que la gente se "pegue" al televisor durante ese horario y olvide cualquier otra preocupación o cuestionamiento que haya que hacer respecto a las cosas que de verdad importan y son trascendentes.
Esa figura de "pegarse" al televisor no es de ninguna manera retórica, ya que nosotros hemos visto, en algunos lugares de acceso público de nuestro pueblo, cómo se sientan a centímetros del aparato para no perderse detalles de tanta porquería. ¡Y así se quedan horas!
Somos conscientes de que muchos de nuestros lectores nos recriminarán esta postura, porque sabemos que resultamos mucho menos convincentes que un conductor que lleva veinte años siendo líder del raiting. Pero eso no nos quita fuerzas, ya que a diario vemos los daños que este tipo de mensajes ocasiona en la juventud, que ya de por sí viene despojada de valores.
Este gobierno, que tiene sin dudas una "pata" intelectual conformada por el grupo autodenominado Carta Abierta, también coquetea con la imbecilidad, traducida no solo en el apoyo implícito a Show Match, sino también en la falta de control de los excesos y en la consecuente conculcación de las normas y la ausencia de castigos. ¡Y de eso 6 7 8, tan celoso del cuidado de los Derechos Humanos, nada dice!
¿Qué debería hacer el gobierno, según nosotros? Tendría que encarar la educación, poniendo como ejemplo de lo que no debe ser, ese programa y todos los que giran alrededor de él. Debería usar la Televisión Pública para denostar, como lo hace con Clarín (que bien se lo merece) a estos sátrapas que, entre otras cosas, y en aras de las meras ganancias económicas, no hesitan en convalidar la penosa condición de la mujer como objeto, potenciada aquí en un ambiente casi prostibulario.
No será por casualidad que el "strip dance" o el baile del caño (ya casi instituciones en nuestro país gracias al adefesio tinelliano), son variantes que casi ningún reality show utiliza en el resto del mundo. Otra vez la Argentina mostrando el culo, aunque acá literalmente.
Nosotros, al tren que vamos (que en esto sí es un "tren bala" y no el Materfer de Urribarri), dentro de diez años, a los sumo, tendremos una población adulta analfabeta. Van a saber leer y escribir en su idioma materno, condición que pone la Unesco para no serlo, pero no van a saber pensar. No van a poder leer un texto y abstraer la sustancia, porque no van a comprenderlo. Deberemos subsumir nuestro lenguaje cotidiano a un breviario editado por Moria Casán, Aníbal Pachano y Ricardo Fort, como máxima expresión de la cultura argentina.
Cierto sector de la sociología actual califica a esta situación como la "cultura casino", porque se caracteriza por su brevedad y por las veloces jugadas inconexas. En esta cultura, al igual que en un casino, no tiene sentido planificar a largo plazo. Hay que ver el programa de hoy, reírse por contagio, e irse a dormir tranquilo, sin que le haya quedado en la cabeza nada que le sirva.
La vida en la cultura casino se cuenta como relatos breves y no como una novela. Cada uno vive la jugada que le toca en suerte, y así como en las máquinas tragamonedas cada tiempo es efímero, la referencia actual de la vida ha pasado a ser el zapping, el video clip, el mensajito y el "quiero más pero lo quiero ya". Y encima, para peor, como diría mi abuela, inmediatamente de obtenerlo lo dejan de querer para anhelar otra cosa, más efímera todavía.
Emilio Zola, célebre escritor francés, que se hizo más célebre todavía por su encendida defensa del capitán Alfred Dreyfus, a través de un manifiesto publicado en el periódico L'Aurore, si hubiese vivido en la era Tinelli de la Argentina, solamente hubiese tenido tiempo para gritar, bien fuerte para que se lo escuche, el título: ¡Yo Acuso!
Quienes trabajamos en la escuela con adolescentes, nos encontramos con que así como conocen cada una de las peripecias de los personajes mediáticos, no logran, en la misma medida, interpretar un texto ni hacer una sinopsis (¡ni siquiera saben lo que significa!), no manejan bibliografía y para ellos acercarse a una biblioteca supone una aventura del tipo de las de Indiana Jones.
¿Cuándo se inició esa decadencia?
La respuesta es inapelable: cuando hace un poco más de medio siglo se introduce la cultura del facilismo y la demagogia, lenta pero progresivamente, abriéndole el camino a los jóvenes hacia la mediocridad y el fracaso. Y ni hablar del desastre cometido por la insólitamente llamada Revolución Argentina (debería haberse autodenominado Involución Argentina) del General Onganía, que temeroso del auge del pensamiento cerró las facultades, apaleó a los estudiantes y logró, ¿cómo efecto no querido? lo que después se conoció, tristemente, como la "fuga de cerebros".
Debe quedarles bien claro a los que todavía les cuesta entender la opción, que el estudio no es una diversión, ni es recreo, ni es pasatiempo. El estudio es una disciplina de la mente y una firme decisión de la voluntad que exige esfuerzo continuo y sostenido, y que proporciona placer en tanto permite ascender hacia el logro de una alta meta final.
El facilismo que propone Tinelli, a costa de cualquier cosa, como por ejemplo de ofrecer espectáculos eróticos a una platea llena de chicos, invita a seguir la línea del menor esfuerzo. Todo contenido que suponga movilizar la inteligencia es eliminado. El facilismo llama autoritarismo a las normas fundamentales del respeto recíproco exigidas para una armoniosa convivencia. El facilismo es la consecuencia necesaria de la demagogia, en tanto contribuye a la formación de un sujeto opaco y acrítico, incapaz, como ya dijimos, de comprender y evaluar.
En este país las mentecatas incompetencias tienen mucho más superficie y casi no tienen fronteras.
O para ser más simplistas, las boludeces ganan por goleada a las capacidades.
Como dijo Albert Einstein: "Solo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y no estoy seguro de la primera".
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 21 de octubre de 2010

Trenes rigurosamente vigilados

Trenes rigurosamente vigilados - Editorial del 22 de octubre de 2010
El título de hoy lo tomamos de una novela de Bohumil Hrabal, posteriormente llevada al cine, más precisamente en 1966, y que se convirtiera después en lo que se denomina una “película de culto”.
En la novela (y en la película) Milos Hrma es un joven aprendiz de ferroviario en una pequeña ciudad checa. Se reincorpora al trabajo tras una larga ausencia, en 1945, y se encuentra con una estación en la que hay frecuentes bombardeos. Los alemanes, en retirada, siguen ocupando Checoslovaquia, y los ferroviarios tienen que atender especialmente los trenes rigurosamente vigilados, transportes de tropas y de munición en un sentido, y de muertos y heridos en el otro.
Se nos ocurrió el título, entonces, para un tema que veníamos postergando y que encontró, en la realidad de esta semana, el disparador adecuado.
A nosotros nos asombra sobremanera, y desde hace tiempo, que ciertos sectores históricamente reconocidos en la Argentina como “progresistas”, sigan apoyando a este modelo kirchnerista, tratando de explicar lo inexplicable, recurriendo las más de las veces al manoseado “mal menor”, demasiado parecido, para nuestro gusto, a la teoría de los dos demonios.
Un ejemplo, solo para empezar por algo, porque por algo hay que empezar.
Las plumas (de escribir, no de las gallinas) de los periodistas adictos al sistema, que generalmente se expresan en medios como Página 12, Tiempo Argentino y 6 7 8, se espantan ante situaciones relacionadas con los derechos humanos en tiempos de la dictadura, dándole tantas vueltas cuantas no le dieron en esos mismos tiempos (Orlando Barone era periodista de Clarín en ese momento), pero nada dicen, por ejemplo, de los datos que aporta la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional (Correpi), y que tienen que ver con la cifra de caídos en manos de la violencia institucional (llámese muertes en penales o comisarías, gatillo fácil, etc.).
“Fuentes generalmente bien informadas” aseguran que desde la asunción de los Kirchner las fuerzas de seguridad mataron a una persona cada día y medio, en promedio, lo que da una cifra superior a los 1.200 muertos, y supera ampliamente a los que cayeron en los anteriores 20 años de democracia.
Y justo estamos escribiendo esto cuando el sistema de enfrentamientos propuesto por el Gobierno Nacional ha terminado en una muerte más, en los hechos que son de público conocimiento ocurridos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, más precisamente en el barrio de Barracas.
Según relataron a los medios fuentes cercanas al joven fallecido, un grupo de empleados de empresas contratistas de la línea Roca acompañados por militantes del Partido Obrero, Quebracho y del MTR se enfrentaron con gremialistas de la Unión Ferroviaria, cuando empleados que reclamaban ser reincorporados a la firma que controla la línea Roca, intentaron cortar las vías en la estación Avellaneda.
Desde Crónica hemos denunciado permanentemente las mentiras que se pretenden instaurar desde un régimen caduco, que para mantener su poder y tapar todos los negociados que se han convertido en la causa y en la razón de su apetencia por el poder, no hesitan en apelar a figuras como Hugo Moyano en el sindicalismo o Daniel Scioli en la política, que si es que tuvieron algo de pueblo en sus orígenes, lo han perdido en el camino, detrás de meras apetencias de poder y de dinero.
Dentro del gremio de los ferroviarios, más precisamente en la Unión Ferroviaria, cuyos destinos dirige, desde el sol o desde las sombras, sempiternamente, José Pedraza, existen alas democráticas y participativas, que son marginadas por la conducción, y a las que se les impide ejercer libremente sus derechos laborales y de agremiación.
El enfrentamiento de hoy (hoy es cuando escribimos el editorial, o sea el miércoles) no fue un enfrentamiento entre bandas, sino, claramente, el resultado del accionar de verdugos contra militantes sociales y políticos. Si hacemos un poco de historia reciente, este “sistema” que Aníbal Fernández dice que no existe, comenzó con los graves incidentes entre grupos del sindicato de los camioneros y de la Uocra durante el traslado de los restos de Juan Domingo Perón en la Quinta de San Vicente, el 17 de octubre de 2006. Aquél día una gresca a balazos y piedrazos entre dos grupos sindicales dejó al menos 35 heridos antes de la llegada del cadáver del General, y dio paso a una tarde dramática, en la que las peleas siguieron hasta el instante mismo en que el cuerpo fue depositado en el mausoleo levantado para ese fin en la quinta de San Vicente.
Para quienes solemos leer entre líneas la realidad del país, la connivencia de los herederos de la Triple A con el gobierno nacional quedó demostrada el pasado viernes cuando desde el escenario de la cancha de River se vitoreaba a los mismos dirigentes que hoy son responsables de la noticia más triste de los últimos tiempos.
Creer que los “gordos” (así se autodenominan los dirigentes sindicales más reaccionarios de la Argentina), representan a los trabajadores es no entender cómo, a pesar de los excelentes convenios que logra Moyano, los camioneros deben trabajar sin descanso y sin dormir para lograr un ingreso digno. Y la misma inquietud se nos plantea cuando vemos cómo Pedraza permite la existencia de "personal contratado" dentro del sector que representa “su” sindicato, ante el claro temor a que los nuevos afiliados no respondan a sus designios. Eso son los sindicalistas argentinos de la CGT, salvo muy escasas excepciones, hombres ricos que "representan" a una clase trabajadora pobre e indefensa.
Esta es una clara regresión a una presidente cercada por un monje negro (hoy Néstor Kirchner, ayer López Rega) y un sindicalista que goza de un poder abusivo (hoy Hugo Moyano, ayer Lorenzo Miguel), “bancados” por grupos para-estatales armados, la policía que no hace nada, los más altos funcionarios públicos incitando a la violencia o justificándola, (lo que es lo mismo), patotas sindicales, amenazas a dirigentes políticos y a periodistas y, lo más triste de todo, jóvenes muertos a balazos...por nada.
Y así como comenzamos esta página abrevando en una novela devenida en película, vamos a terminar de la misma manera, aunque esta vez con algo más nuestro.
No habrá más penas ni olvido, novela de Osvaldo Soriano (que aconsejamos leer, de paso) también llevada luego al cine con un antológico trabajo de Ulises Dumont, es la historia de una batalla sangrienta entre facciones peronistas. Más que nada, sin embargo, es el cuento alegórico de un pueblo argentino frustrado, harto de ser manipulado por los misteriosos mandamientos de un gobierno alejado tanto de la cotidianeidad de los ciudadanos como de los sueños del país. Mediante el uso de una narración y un diálogo sumamente gráfico y recursos asociados con el humor negro, Soriano logra una tragicomedia que apela a diversas emociones del lector y que señala la naturaleza humana del peligroso conflicto político en la Argentina.
¡Cualquier semejanza con la realidad actual es pura coincidencia!
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

domingo, 17 de octubre de 2010

Contra dicciones

Contra dicciones - Editorial del 15 de octubre de 2010
Podría haber escrito la palabra en forma corrida, pero opté por esta manera para que se haga más evidente la etimología de la misma, o sea su origen; la razón de su existencia, significación o forma.
La verdad es que este editorial tenía otro título, y estaba pensado para un solo tema, que supongo será con el que empezaré. Pero, con el correr de los días, y mientras iba dándole forma antes de comenzar a escribir, me encontré con tantas otras cuestiones que merecían el mismo trato, que resolví hacerlo más amplio.
Alguna vez, ante la imposición de una crisis, Néstor Kirchner criticó a "quienes no levantaron la voz cuando ´remataron´ los trenes en la década del 90", en alusión a la privatización del servicio durante el gobierno de Carlos Menem. ¿Y él dónde estaba? ¿Era gobernador de una provincia del Congo?¿Era indentente de una ciudad de la China?
Cuando Menem amenazaba con 'ramal que se para, ramal que se cierra', en el verano de 1991, era porque se ponía en marcha el llamado "Consenso de Washington", documento que establecía las medidas a tomar para hacer frente a la economía de los próximos años. Principalmente se basaba en el saneamiento fiscal, concentrar el gasto en salud y educación, privatizar las empresas estatales y, más que nada, en la protección de la propiedad privada.
Y unos meses después, tras un largo conflicto y proceso de resistencia por parte de los trabajadores ferroviarios, "la promesa se cumplió". La mayoría de las líneas de pasajeros dejó de existir. Y los trenes de carga pasaron a manos privadas, casi todos grandes grupos económicos dueños de la producción cerealera.
Pero no solamente el Estado nacional se desprendió de activos importantísimos, como los kilómetros de rieles, las máquinas y vagones. Además se habían producido miles de despidos. Y con la burda explicación de que se le había otorgado a las empresas un negocio "poco rentable", se siguió subsidiando la actividad. Por esos días, Bernardo Neustadt y otros comunicadores, pretendían que todo lo estatal se privatizara. "Los trenes, decían, nos cuestan un millón de dólares por día. Es una barbaridad". Hoy, casi veinte años después y con un gobierno que dice combatir a las corporaciones (o por lo menos lo hace con las mediáticas, que son también las que desnudan sus intenciones), las empresas que controlan las líneas ferroviarias siguen recibiendo casi ese mismo importe diario en concepto de subsidio.
Cristina Fernández de Kirchner aseguró que el desmantelamiento de la red de ferrocarriles durante la década del '90 se llevó a cabo con la "aquiescencia" de la sociedad, en lo que constituye también una contradicción que pretende justificar lo injustificable, ya que hay quienes dicen, quizás con la misma "autoridad moral" que tiene ella, que el golpe del 24 de marzo de 1976 contaba con la "aquiescencia" de la sociedad. Y esos son denostados por justificar la "teoría de los dos demonios".
Uno debe concluir, forzadamente, que decir Kirchner y coherencia es un oxímoron, tal como lo es, por ejemplo, decir "apresúrate lentamente" o, como muy bien expresaba, irónicamente, Groucho Marx, "inteligencia militar".
Hace poco un dirigente sindical ferroviario manifestaba ante un medio local: "Esto ha sido un verdadero saqueo del patrimonio de los argentinos. Fue la destrucción del sistema".
Los argumentos en la década del 90 para privatizar los trenes fueron: la modernización, más inversión y, fundamentalmente, que el Estado no aporte más. No hace falta de ninguna manera ser un experto para ver que no se cumplió ninguna de esas tres cosas sino que se ha degradado el material de tal manera que de aquellos más de US$ 35.000 millones que formaban el patrimonio de los ferrocarriles argentinos en 1989 hoy no quede ni el 10 %.
Y si se utiliza la palabra "saqueo" es porque lo que sucedió fue la extracción de riqueza de los argentinos "en beneficio de determinados grupos". Y no solo de aquellos que obtuvieron por concesión los servicios, sino también de quienes se enriquecieron con el auge del transporte terrestre de carga y de pasajeros. Sabemos la relación que existe entre este tema y Hugo Moyano, y también suponemos, con sobrados motivos, cuál es la que hay con un altísimo dirigente político entrerriano.
Ese mismo gremialista lamentó que "se trabaje con la ilusión de la gente que siempre espera ver correr los trenes de nuevo". Justamente, asiduamente se hacen anuncios de algún tren que sale de un lado para llegar a otro. "En Tucumán hay un par de trenes por semana. O sea, es la misma formación que hace dos viajes por semana cuando en la época de los 80 había hasta cinco trenes por día. Uno de ellos, el Estrella del Norte, llevaba a más de 1000 pasajeros por día", indicó. Y, para darle más énfasis a sus dichos, no dudó en calificar el momento actual del país como de "pre-ferrocarriles". Como si se hubiese retrocedido a 1850.
En efecto, mientras el gobierno de Urribarri pretende hacernos creer que es un avance llevar gente en tren a 40 kmts. por hora, en China se están haciendo alrededor de 2.000 kilómetros de vías para levitación magnética, en las que los trenes desarrollarán velocidades de hasta 500 kmts. por hora.
A nosotros nos interesa remarcar las contradicciones, porque ya que a muchos les molestan los archivos, aquí hacemos gala de ellos. Tanto la Presidente Cristina Fernández como su consorte tuvieron una "destacada" participación en la entrega de los bienes del Estado, por acción y por omisión, y tal como la que tuvieron en la época del Proceso, en la que fueron "amigos del poder" y se enriquecieron con el ejercicio abusivo de la profesión de abogados (de la de Néstor Kirchner hablamos, porque nos consta). El peronismo fue el que cerró los ferrocarriles, y ahora no puede izar la bandera de la reactivación al solo efecto de comprar material rodante que no podrá nunca brindar un servicio adecuado.
Si no lo decimos, nos vamos a sentir mal. Sobre todo porque debemos cerrarle las puertas a los seres del pasado, que suelen resucitar justo cuando se avecinan las elecciones. O se incorporan a un nuevo pacto político, o inventan neologismos para negar que son más de lo mismo, convirtiéndose en un plato de comida difícil de digerir, pero que la gente termina por tragarse por aquello de que "peor es ayunar de democracia".
Si el pasado fuera transparente, y no estuviera al arbitrio exclusivo de la Historia, que como dice Lito Nebbia "la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia, la verdadera", todos podrían ver la miríada de anuncios incumplidos sobre el futuro.
Hay que dudar de los augures. Se tornan temibles ante el crédulo candor de la humanidad seducida por la promesa de que lo que se anticipa se cumple.
Más allá de que uno pudiera aceptar las buenas intenciones, es difícil de creer que en tiempos de autopistas rápidas y de autos veloces, pueda ser una opción el hacer 300 kilómetros en ocho horas.
Y mucho menos pretender convertir en una ruta viable un ramal ignoto, salvo para promover el acercamiento entre dos hermanos, uno gobernador de la provincia y otro presidente de la Junta de Gobierno de Arroyo Barú.
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 7 de octubre de 2010

Trabajar con dignidad (¡nada menos!)

Trabajar con dignidad (¡nada menos!) - Editorial del 8 de octubre de 2010
Las Ciencias Sociales se denominan "ciencias blandas", por oposición, aunque esto parezca una verdad de Perogrullo, a las denominadas "ciencias duras". Estas últimas se basan en datos más científicos (en el sentido de rigurosos y exactos), más capaces de producir predicciones y caracterizados como experimentales, empíricos, cuantificables; mientras que las blandas quedan marcadas con los rasgos opuestos. En ellas se puede observar un fenómeno, identificar sus causas, pero no siempre se pueden separar las distintas influencias que producen un efecto. Un ejemplo de esto se da, y precisamente nos interesa hoy, en la Sociología, ciencia que describe y analiza los procesos de la vida en sociedad, y cuyo objeto de estudio son los seres humanos y sus relaciones sociales.
Una de las realidades verificables hoy por los estudiosos de esta ciencia es que en el discurso actual se suelen invertir los valores y los conceptos cuando se habla de la libertad de trabajo y de la libertad de huelga.
Se habla de libertad (y de democracia) cuando lo que realmente prima es el derecho de las minorías a proteger al patrón, e imponérselo, bajo pena de despido o de descuento del día "no trabajado", a las mayorías que quieren parar.
Y, para peor, generalmente mientras eso sucede, hay otros (los demás de los demás, dice Alberto Cortéz) que están peleando por sacar la huelga adelante y detener los efectos de una política neoliberal que lo que en realidad está escondiendo es un proyecto de reforma laboral que traerá una oleada de temporalidad y "negociación" individual, aumentando el desempleo y pauperizando las condiciones de trabajo durante muchos años, generación tras generación.
Quienes defienden así los intereses de la mayoría, el derecho de las mayorías, quedan, en su dinámica de enfrentamiento a los intereses de los grandes y al poder, enmarcados en el campo de lo políticamente incorrecto. En cambio los otros, los que traicionan a sus compañeros, y hacen apego al egoísmo, la sumisión, la servidumbre, la perpetuación de la esclavitud salarial y la falta de solidaridad y de generosidad, son aplaudidos por el sistema, por la opinión pública generada por el orden establecido, en connivencia con el gobierno y la patronal (que muchas veces coinciden), como "héroes de la democracia y la libertad".
Así, las palabras democracia y libertad se convierten en poco menos que palabras vacías, que no significan nada, más que el respeto obsecuente al orden establecido, más que el "derecho a obedecer", a un lenguaje de lo políticamente correcto que en el fondo sirve a la estabilidad y los intereses de la clase política y dominante, y dificulta que sea cuestionada.
"Mi enemigo", entonces, ya no es la patronal (el gobierno) que me amenaza con el descuento del "día no trabajado" (eufemismo con el que los totalitarismos confunden al ejercicio del derecho de huelga), o que recorta mis derechos con una pseudo "reforma educativa", o el poder que me agrede y sanciona por garantizar que dicho derecho y dichos intereses, el derecho y los intereses de una mayoría perjudicada, afectada, pero con miedo, sea tolerado y respetado. "Mi enemigo" (el del común de la gente, dominada por el "pensamiento único") ahora pasa a ser el docente que para. "Mi enemigo" ahora es el sindicato, porque me obliga a ponerme en huelga por unos intereses que no queremos ver que son tan nuestros como suyos.
Este discurso tan sólo sirve para enfrentarnos nosotros mismos, y para poner obstáculos a la vanguardia sindical y a un creciente porcentaje de trabajadores descontentos por la situación actual de desempleo y precariedad laboral, en su lucha por la conquista de sus derechos, o por preservar los que quedan. Y en definitiva, para aislar a la vanguardia, separándola, ante la opinión pública, de un porcentaje creciente y cada vez mayor, de trabajadores afectados por los recortes neoliberales y, en última instancia, por la dinámica de regresión social a que nos lleva el capitalismo en crisis.
¿De qué estamos hablando, entonces?
¿Del derecho a trabajar un día? ¿O del derecho a conservar y aspirar al empleo digno y estable, a un sistema de educación pública durante muchos años?
¿Del derecho a no perder un día de salario? ¿O del derecho de los funcionarios de turno a destruir la escuela pública, a abaratar, debilitar y precarizar nuestras condiciones de vida como asalariados, para seguir aplicando los beneficios a otras actividades "más rentables"?
¿Del derecho a pensar diferente de tu compañero? ¿O del derecho a disentir de lo establecido?
La necesidad de reducir lo que parece ser asumido como un "gasto no productivo" (el "gasto" en educación pública), con el objeto de ahorrar dinero para otras necesidades públicas como salud, seguridad e infraestructura, se desvanece cuando se considera que el grueso de del sector público está siendo privatizado bajo justificaciones similares. ¡Total existen las cooperadoras que sostienen las escuelas, los hospitales y las comisarías!
La tendencia de privatizar los activos públicos, asumida por la "sabiduría" convencional como la única alternativa, responde al interés privado de saquear las arcas públicas, consolidando con ello lo que se ha descripto correcta y ampliamente como la privatización de ganancias y la socialización de costos. Los montos de dinero recibidos por la privatización de los activos públicos ha sido un proceso que, particularmente en los países periféricos, lejos de estimular el incremento del gasto público en demandas sociales o en inversiones productivas prometedoras, está más bien consumiéndolo con el pago de intereses de deuda y de fraudes gestados al calor de los procesos de privatización, de concesión de obra pública o de explotaciones mineras o del juego.
Y aunque ya terminamos alguna vez con parte de esta frase de Víctor Hugo (no Morales, que ya casi es in Morales, sino del célebre escritor francés) extraída de su monumental obra Los Miserables, nos gusta tanto que la repetimos:
"Es miserable, el que valido del poder humilla y desprecia al humilde y desvalido. Es miserable el que secunda la bajeza porque de ella saca provecho; pero, desgraciadamente, también es miserable el que se deja humillar aún siendo consciente de ello. Es ese el verdadero problema.
Los que dejan que los humillen por temor o facilismo perpetúan no sólo su propia humillación, sino la de sus descendientes. No comprenden que mientras más se dobleguen más los doblegarán. Al contrario, aquellos que no aceptan que los humillen y que no entregan sus conciencias, aunque anden desnudos y tan sólo coman mendrugos de pan, son mucho más dignos que los que se visten de seda a expensas de sus conciencias".
Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso