jueves, 31 de enero de 2013

La CMAPCP

La CMAPCP - Editorial del 1 de febrero de 2013 El gobierno nacional anunció el domingo (mejor dicho lo anunció la Presidente desde Chile a través de la red social Twiter), justamente cuando se cumplía un nuevo aniversario de la Shoa (catástrofe en hebreo, y erróneamente llamada Holocausto, porque esta última palabra tiene que ver con una inmolación con fuego y por propia voluntad, y consta, obviamente, que quienes murieron a manos de los nazis no lo hicieron porque quisieron) la firma de un “memorando de ¿entendimiento?” entre la República Argentina y la República Islámica de Irán, con relación al atentado cometido contra la sede de la AMIA en Buenos Aires, en el que perdieron la vida 85 personas. Mediante este acuerdo se pretende crear una comisión internacional de juristas, que llevará a cabo una “revisión” de la investigación realizada por la justicia argentina hasta el momento, para luego realizar recomendaciones a ambos países sobre el caso. Decíamos que ese día, 27 de enero, fue establecido por la ONU como el “Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto (reiteramos nuestra diferencia con el nombre)”, por ser la fecha de aniversario de la liberación por parte del ejército soviético del campo de concentración de Auschwitz. Paradójicamente, y es muy importante decirlo a esta altura del texto que estoy escribiendo, el Presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, ha reiterado, todas las veces que ha podido, sus “dudas” sobre la existencia de la Shoa durante la Segunda Guerra Mundial y lo ha calificado de "mito inventado por Occidente". Con ese personaje, primer mandatario del país al que la justicia argentina considera responsable del atentado a la AMIA, nuestros gobernantes han decidido buscar un “entendimiento” para esclarecer, después de ¡19 años!, el hecho. El mismo presidente iraní ya había suscitado las iras de Israel y de la comunidad internacional cuando afirmó que el Estado israelí debía ser "borrado del mapa", lo que demuestra claramente su espíritu de “entendimiento”. Más adelante voy a continuar con esta cuestión, pero ahora, en medio del tema, quiero aclarar la razón del título, aunque los lectores habituales de esta página quizás recuerden la explicación. El primero de los nueve puntos del documento establece la creación de esa “Comisión de la Verdad” compuesta por juristas internacionales para analizar toda la documentación presentada por las autoridades judiciales de la Argentina y de la República Islámica de Irán. El título, entonces, tiene que ver con un tema del conjunto de instrumentos informales “Les Luthiers”, en el que se cuenta que “se acaba de aprobar la creación de la Comisión de Mantenimiento y Actualización Permanente de la Canción Patria. La CMAPCP”. El propósito de la misma, aclaramos nosotros, era el de “actualizar” el himno nacional, según el criterio del “listazulismo” que era el partido gobernante, y la idea incluía nombrar en el mismo al presidente, Pedro Garcete. Hay una vieja frase, atribuida al General Perón, que asegura que "para que algo no se aclare, nada mejor que formar una comisión". Y eso tiene hoy plena actualidad cuando se miden las expectativas de la gente acerca de la posibilidad de que algún día se sepa con certeza lo que pasó en la AMIA el 18 de julio de 1994. Por otra parte, darle el nombre de “Comisión de la Verdad” es casi una burla a lo hecho hasta el momento, ya que, como también dice ese mismo conjunto, en otra de sus genialidades, “¿con qué yo dije verdades?, ¡luego usted dijo mentiras!”. Hilando fino, viene a ser un insulto (merecido en algunos casos, pero no en todos) a los funcionarios del Poder Ejecutivo y de la Justicia que intentaron esclarecer el hecho y las más de las veces no pudieron por el encubrimiento manifiesto que hizo el país con el cual ahora vamos a “entendernos”, y con cuyo canciller nuestro Ministro de Relaciones Exteriores, Héctor Timerman, se abraza y se besa. Y ya que hablo de Timerman, necesito decir que me parece absurda su postura de negarle al Estado de Israel el derecho a pedir que se le explique la razón de esta “movida”. Expresamente le transmitió a la embajadora israelí la “sorpresa y molestia que causó en el Gobierno argentino”, al tiempo que rechazó el pedido de explicaciones formulado al embajador de Argentina en Israel, Carlos García, acerca del Memorándum de Entendimiento firmado por nuestro país relacionado con el ataque terrorista (...) ”atento se trata de un acto soberano de Argentina que no involucra al Estado de Israel", Timermann es un necio, porque por su origen judío (ya dije acá muchas veces, y me lo banco hasta el final, que en la Alemania nazi no le preguntaban a los judíos si se “sentían judíos”; simplemente los mataban y listo) tiene que saber que el Estado de Israel nace en 1948 justamente como una necesidad frente a la fatal experiencia de que ningún país del mundo quiso recibir a los judíos que escapaban de la Alemania nazi. Solamente hay que leer el libro Éxodo, de León Uris, (o ver la película que protagonizó Paul Newman), para entender el problema. Es por eso que Israel se preocupa por todos los judíos del mundo, habida cuenta de las persecuciones de las que fue objeto su pueblo a lo largo de la Historia. Y es tan necio que desconoce que el único país que le dio asilo a su padre, Jacobo Timerman, cuando era perseguido, encarcelado y torturado por el Proceso fue el Estado de Israel, a quién ahora desestima como parte interesada en la investigación del atentado a la AMIA simplemente porque “entre las víctimas no hay ningún ciudadano israelí”. Jacobo Timerman, su padre, describió el odio antisemita que fue institucionalizado en la jerarquía militar y que frecuentemente provocó el trato particularmente severo de los presos judíos. Como cientos de otras personas que fueron detenidas, Timerman vio símbolos nazis y svásticas y fue insultado por ser judío. Lo pusieron en libertad bajo arresto domiciliario, le despojaron la ciudadanía argentina y lo forzaron a emigrar a Israel, que por otra parte fue el único país que lo recibió, y cuya ayuda diplomática fue decisiva. Y ello pese a que no era sionista, ni mucho menos. Bueno sería recordarle a su hijo, entonces, que la bandera que se levanta todos los 18 de julio, desde aquél fatídico año 1994, dice “Memoria y Justicia”. Entonces está bien que intente llegar a la verdad a través de la Justicia, pero está mejor que no pierda la Memoria. Nuestra formación jurídica no entiende qué quiere decir que “la comisión por crearse formulará recomendaciones". A mí me enseñaron que no se puede prorrogar la jurisdicción, y que nadie puede sustituir a la justicia argentina en hechos ocurridos dentro del país. El informe final que redactará no puede suplir la labor de nuestros jueces ni la de los fiscales. Si el Poder Ejecutivo duda de lo actuado por la Justicia, debe proceder en el marco de ella misma, cuestionando o impugnando su labor. No puede hacerlo por medio de la comisión por crearse. No está nada claro si Nisman (el fiscal de la causa) podrá interrogar, él solo, como obviamente corresponde, a los ciudadanos iraníes requeridos. Y, conociendo la realidad de Irán y de algunos de los países del Medio Oriente (se podría ver, por caso, la película “Expreso de Medianoche”) creemos que obligarlo a hacer eso es limitar severamente sus facultades y condicionarlo fuertemente. Tampoco está claro si Irán entregará a los interrogados a la justicia argentina, si luego de sus declaraciones surgiera alguna semiplena prueba que justifique imputarlos del delito. Estoy seguro de que eso sería imposible, por lo que, luego de los interrogatorios, entonces, todo volverá a quedar paralizado, después de quién sabe cuánto tiempo más. Gana Irán, pierde la Argentina. Y las víctimas del atentado, sus familiares y toda la sociedad argentina han sido burladas una vez más. Este acuerdo demuestra claramente que el gobierno nacional mintió cuando dijo en numerosos foros internacionales que lo único que se buscaba era el cumplimiento de lo decidido por la Justicia argentina. Yo estoy de acuerdo con que hay que tener la mente abierta para solucionar los problemas. Pero no tanto como para que se nos salgan los sesos. Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 24 de enero de 2013

Enero 13

Enero 13 - Editorial del 25 de enero de 2013 Septiembre 88 es una canción de Cacho Castaña que para este editorialista tiene un valor emocional muy especial, más allá del contenido de su letra. Es que el Coro Municipal “Magnificat” hizo una impecable versión a comienzos de la década de los ’90, con el recitado de Néstor Colli. La temática todavía sigue vigente, pese al paso de los años, aunque reciclado por los distintos dramas por los que ha pasado la Argentina de ese tiempo a esta parte. Es por eso que se me ocurrió parafrasear el título de hoy, y usar una de sus estrofas como inicio de la página. “Se muere de pena por tanta mentira, de tanta promesa por nadie cumplida…” Hace pocos días el Ministro del Interior, Florencio Randazzo, entrevistado por el diario hiper oficialista “Tiempo Argentino”, respondía a la periodista Ana Laura Pérez Cotten, quién le comentó que “después de décadas de viajar mal en los trenes, la gente espera que se produzcan cambios urgentes”, e, “inocentemente” le preguntó: “¿Cuándo cree que se notarán?”. El ministro, que ya venía en los últimos días sacando pecho por la compra de vagones a China para “renovar” las líneas Sarmiento y Mitre, respondió largo y entusiasta: “En los próximos 60 días, con seguridad. Estamos terminando la obra de vías en el Sarmiento. De Moreno a Once vamos a tener vías totalmente nuevas. Estamos mejorando el 50% de las formaciones y, durante el año, vamos a continuar con el resto. Eso se va a complementar con la compra de los nuevos coches que van a duplicar la capacidad de transporte. Además, estamos interviniendo y poniendo en valor las estaciones. Vamos a instalar ¡carteles digitales de 42 pulgadas! que van a permitir saber cuándo va a llegar el tren. Pusimos a la Gendarmería en el Sarmiento y en el Mitre. Además vamos a hacer 61 bajos a nivel en un año que van a permitir aumentar las frecuencias y van a ayudar a disminuir los accidentes. Puedo asegurar que cuando todo eso esté funcionando se va a notar una verdadera revolución en el transporte”. A esta altura de la página debo decir que cuando una mentira es popular, como lo son todos los fabulosos cuentos de milagros, es imposible dejarla atrás una vez que se le dio vida. Por muy a menudo y autorizadamente que se la desmienta, habrá quienes sigan repitiéndola, ya sea porque se la creen o porque les conviene hacer creer que se la creen. Y en algún momento la mentira se muere de muerte natural, porque de a poco nadie más cree en ella. Lo que pasa es que ese “en algún momento” puede durar siglos. Yo, que nací casi literalmente “a la vera del ferrocarril”, puedo decir que la mentira del tren lleva por lo menos cincuenta años, y sigue siendo todavía un “caballito de batalla” para muchos. Días pasados, algunos medios se preocuparon por mostrar las pésimas condiciones en que se encontraba el que dieron en llamar el “tren de Scioli”. Para los desprevenidos, que siempre los hay, bueno es recordar que Scioli no es de la “opo” (salvo que se atreva a disputarle la candidatura presidencial a Cristina). Ese tren, destinado a llevar a los pobres a Mar del Plata (y conste que no lo digo en absoluto en sentido peyorativo, sino que está pensado para eso, porque a ningún funcionario se le ocurriría subirse a él) es ni más ni menos que el mismo tren que hace cuarenta años yo tomaba para viajar a Buenos Aires a comenzar mis estudios de derecho. Tampoco se podía entrar a los baños, no cerraban las ventanillas, estaban sucios, demoraban sin explicaciones, no se conseguían pasajes y después resultaba que iba vacío, etc., etc. Si para eso los privatizó el peronismo en la década del ’90, entonces de verdad no se entiende nada. Porque hablando de mentiras TODOS los que ahora son kirchneristas (incluidos, por supuesto, los Kirchner) y muchos de los que no lo son también, como algunos sectores que se autotitulan “disidentes”, eran furiosamente menemistas en esos años. Mi archivo particular, y el de Crónica, no guardan sino palabras de elogio, o a lo sumo silencios cómplices, de los que ahora abjuran de esa década tildándola de neoliberal. Por supuesto que yo no voy a olvidar nunca la actitud pasiva que tuvo el peronismo local cuando Menem decidió cerrar los ramales y dejar a Basavilbaso sin su actividad medular, o sea la que le dio la vida, porque nosotros “nacimos a la vera del ferrocarril”. Y no solamente no hicieron nada sino que volvieron a votar el mismo proyecto en 1995, cuando la reelección, y lo hubiesen votado en 1999 si se daba la “re re”, así como lo votaron en 2003 para que le ganara a Néstor Kirchner, como le ganó. Porque los kirchneristas de paladar negro, que ahora ante cualquier intento de pedido de explicaciones saltan con que ganaron por el 54%, como si eso fuera razón suficiente como para instaurar una autocracia (sistema de gobierno cuya autoridad recae sobre una sola persona sin ningún límite), no reconocen que Menem ganó en 1989 por el 47% y en 1995, después de haber privatizado todo lo que se le cruzaba por el camino, y de haber vendido las “joyas de la abuela”, por el 49,94%.¡Y ni hablar si a esto le sumamos, solamente para dar una muestra gratis del nivel de obsecuencia y de alcahuetería que había por aquellos días, y que ahora parece haberse convertido en un altísimo grado de Alzheimer que les impide recordar lo que otrora fueron o dijeron, que el por entonces gobernador de Santa Cruz, ahora apodado “Él”, hablaba del riojano como del “mejor presidente de la historia”! Esa revolución que pregona Randazzo pareciera que va medio lenta, porque “El Gran Capitán” hace rato que no corre más; el tren a Mar del Plata, como ya dijimos, es un calvario; el tren que unía Concordia- Salto, y que ameritó tanta publicidad mentirosa, tampoco corre más (en verdad nunca corrió); los talleres de Tafí Viejo los “re re re” inauguraron varias veces y están cerrados; en el Sarmiento pusieron tres o cuatro coches de doble piso (pagados a precio de oro) y corren cuando pueden, y el accidente de Once fue culpa de otros, no de la corrupción en la que están envueltos. Porque ahora Schiavi y Jaime parece que fueran marcianos. Sí, el mismo Jaime que compró vagones que no sirven ni para chatarra, gastando plata del estado sin rendir cuentas de esa compra, ni en ese momento, ni nunca. Porque si, como dice Randazzo, fuera tan fácil como para arreglarlo todo en 60 días, ¿por qué no lo hicieron desde 2003 hasta acá? En diez años de régimen kirchnerista no se cumplió ningún plan para los ferrocarriles, y solo se hicieron retoques en algunos tramos del Gran Buenos Aires. A más de 50 kmts. de la Capital el ferrocarril ha virtualmente desaparecido (nosotros lo sabemos muy bien) y solo quedan unos pocos ramales, usados para cargas, en pésimas condiciones, lo que hace que prácticamente ningún tren pueda circular a más de 30 Km/hora. Los trenes de “larga distancia” son unas “catraminas residuales” que demoran más tiempo que una diligencia del siglo XIX, o se quedan varados en el trayecto, y solo los que miran para otro lado (porque son o porque se hacen), pueden desconocer que eso es resultado de la “obra” combinada del “desguace ferroviario”, concretada por la dupla Menem-Kirchner en 20 años del más grosero remate y saqueo de la Argentina que se recuerde. Mire Randazzo. Desde este pequeño pueblo que alguna vez fue ferroviario, y para que no siga hablando al cuete, le digo que la revolución es otra cosa. Y, de todas maneras, no creo que haga falta llegar a tanto. Con volver a la democracia, que es una estructura de poder construida de abajo hacia arriba, y dejar de lado la autocracia, Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 17 de enero de 2013

Speedy

Speedy - Editorial del 18 de enero de 2013 Speedy es el servicio de Internet que brinda la multinacional Telefónica de ¿Argentina? SA. La palabra, en inglés, quiere decir “rápido”. Seguramente la elección de ese nombre desde la división de marketing de la empresa habrá tenido que ver con venderle a la gente la idea subliminal de que se accede más velozmente a la red abonándose a ese prestador y no a otro. ¡Y que eso es primordial! No voy a dedicarme hoy particularmente a ese aspecto, sino solamente a uno relacionado con la publicidad de Speedy para este verano, en la que se ve a unos padres que se van de vacaciones y le encargan a su hijo, que se queda en la casa, que estudie. La propaganda muestra como “exitoso” al chico que, en vez de preparar las materias que adeuda, arma una “diversión” continua, y le miente a sus padres cuando se conectan (a través de Speedy, por supuesto) para preguntarle cómo están las cosas. Les dice que está estudiando, cosa que no hizo nunca, y, para peor, esa actitud es avalada y aplaudida por sus “amigos”. La necesitad de un disparador, característica casi inmanente de estos editoriales, hizo que decidiera hoy tomar ese spot para comenzar a desarrollar el tema que elegí, y que resulta sumamente contemporáneo, aunque estemos en plenas vacaciones. De paso, aprovechemos para refrescar la memoria, recordando que vacación es un término que procede del latín vacatĭo y que hace referencia al descanso temporal de una actividad habitual. Se trata del periodo en el cual las personas que estudian o trabajaban suspenden temporalmente sus obligaciones (¡si es que las tuvieron alguna vez!). Por eso las vacaciones implican descansar de los esfuerzos que suponen el trabajo o el estudio. Y es justamente del estudio de lo que quiero hablar (en realidad escribir) hoy, porque me preocupa, y muy seriamente, el futuro de una generación que está desperdiciando las oportunidades que le brinda la sociedad para ponerse a la altura de los requerimientos. No hace falta indagar demasiado en el mercado laboral para descubrir que el que no tiene completo su secundario hoy prácticamente no consigue trabajo, salvo alguno precario, en negro, y con bajísima remuneración. Y ni hablar de que, puesto en competencia, aquél que pudo acceder a niveles terciarios o universitarios termina ganándole empleos que hasta hace poco tiempo no requerían mayor especialización a aquellos que “solo” terminaron el 5º año (ahora es 6º, pero no importa, porque usted me entiende, amigo lector). Para dar ejemplos y marco adecuado a este planteo, y como para que se vaya entendiendo hacia dónde me quiero dirigir, la existencia de una Facultad de Derecho en la ciudad de Concepción del Uruguay hace que muchos de los empleados de las mesas de entradas de los juzgados sean abogados recibidos, lugares que antes ocupaban bachilleres, peritos mercantiles o como quiera se denomine a través del tiempo el título de nivel secundario. Y en Crónica publicamos hace poco un pedido de la Municipalidad para cubrir tres cargos de Inspectores de Tránsito, para el que también el requerimiento era “secundario completo”, lo que implica no solamente haber “bajado” en el Baile de Recepción o recibido un certificado en el Acto de Colación, sino, para que lo comprendan de una vez por todas, tener aprobadas TODAS las materias. El gobierno, atento a la problemática, y consciente de que es en la repitencia y en el porcentaje de alumnos que no termina efectivamente el nivel donde está el quid de la cuestión, ha implementado un sistema de apoyo escolar para el que se cubrieron cargos de profesores bajo la forma del Plan de Mejora Institucional (PMI), que viene a ser una especie de “maestro particular” que ayudó a los chicos sobre el final del año a intentar aprobar las materias, y para aquellos que no lo lograron, a partir de la última semana de enero, y hasta las mesas de marzo (que serán en febrero), darles los elementos necesarios como para que culminen su ciclo con éxito. Pero, obviamente, la cosa no se agota con el aporte presupuestario del estado, ni con el desempeño del cargo por parte del profesor, aunque este ponga todas sus ganas, que es por otra parte lo más seguro. El tema pasa por las otras tres patas de la mesa: el propio chico (en algunos casos ya no tan chico), los padres, y la sociedad, que no termina de incorporar a su reconocimiento el esfuerzo por estudiar, que implica, necesariamente, el de leer, pensar, investigar…y, dedicar menos tiempo a la pérdida de tiempo. Una de las cuestiones que creo centrales es la creciente dependencia que tienen los adolescentes respecto a las redes sociales, a las que ya no acceden necesariamente desde las computadoras, sino desde los llamados “teléfonos inteligentes”, que previamente les han comprado sus padres (o les han permitido comprar), en la errónea convicción de que les resulta imprescindible para comunicarse. ¿Con quiénes y para qué? Sé que sobre este punto, respecto al que estoy en una muy firme postura, no hay plena coincidencia. Incluso en mi familia hay quienes me contradicen, considerando que es una característica propia de estos tiempos, y que no se puede negar el avance tecnológico. Incluso, osadamente, comparan esa práctica con la que muchos mayores tenemos, también con los teléfonos celulares, con los sms o, incluso, con el mismo WhatsApp, que es un software privativo multiplataforma de mensajería instantánea para esos “teléfonos inteligentes”. La aplicación utiliza la red de datos del dispositivo móvil en el que se esté ejecutando, por lo tanto funciona conectada a Internet, a diferencia de los servicios tradicionales de mensajes cortos. No creo que a esta altura deba decir algo en mi propia defensa, pero queda absolutamente claro que un adulto, con ocupaciones, puede necesitar utilizarlo, y, en todo caso, no pierde tiempo necesario para otra cosa al hacerlo, por lo menos en mi caso. Distinta es la situación de esos adolescentes que le restan horas al estudio, y cuyos resultados se ven claramente. Los chicos de hoy prácticamente no leen, con lo que se hace imposible que comprendan los textos con los cuales tienen que aprender, tanto para aprobar las materias que deben del secundario, como para ingresar o mantenerse en los estudios terciarios o universitarios. Veintidós años ininterrumpidos de desempeño en la docencia, en casi todos los colegios de nuestra ciudad (el casi excluye solamente al Instituto Cristo Rey, y no por mi voluntad) hace que conozca claramente el problema. Es más, soy uno de esos profesores a cargo del Plan de Mejora Institucional (en mi caso de las materias Economía, Microeconomía y Macroeconomía), y ya estoy preocupadísimo por el indudable déficit con el que llegarán a las instancias decisivas de las mesas examinadoras, más allá del esfuerzo que podamos poner, juntos, en esas dos o tres semanas. La cosa debería haber cambiado ya (quizás estemos a tiempo al leer esto), si los mismos chicos, sus padres, y su entorno, advierten que seguir con cinco o seis horas diarias de “conexión” (o a veces más, y casi siempre inútil y prescindible), sumado a cuatro o cinco horas tomando coca con fernet, no proponen, obviamente, un futuro promisorio. Suelo utilizar con mis alumnos, como incentivo para la lectura, algunas frases de la Biblia que son sumamente elocuentes. Para este caso, cae como anillo al dedo, la siguiente admonición: “Cosecharás tu siembra” Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso

jueves, 10 de enero de 2013

Ex nihilo nihil fit

Ex nihilo nihil fit - Editorial del 11 de enero de 2013 Nuestro colega “Pregón”, que además está dirigido por un hermano (no solo hay hermanos de sangre, sino también del corazón) que se llama Ricardo Galarza, con quien compartimos los siete años de la escuela primaria y muchas cosas más, publicó en su pasada edición una visión que supongo emanada del municipio local, respecto a la problemática del tránsito en nuestra ciudad, y que en Crónica, o más precisamente en nuestros editoriales, venimos tratando hace ya algunas semanas. No sabemos si la intención de ese informe, que no recibimos en nuestro semanario, fue la de responder a los mismos, pero si esa fue la idea, entendemos que no es la manera. En ningún momento nosotros apelamos a la estadística, no por despreciarla, ya que por definición es una ciencia formal que estudia la recolección, análisis e interpretación de datos de una muestra representativa, ya sea para ayudar en la toma de decisiones o para explicar condiciones regulares o irregulares de algún fenómeno o estudio aplicado, de ocurrencia en forma aleatoria o condicional, sino porque no hay que olvidar que las estadísticas son solo eso: estadísticas. Como anécdota suelo contar que en el negocio de un amigo, no hace muchos años, había un cartel que decía: “si las estadísticas dicen que cada persona tiene cuatro panes, eso no quiere decir que uno no tenga ocho y otro ninguno”. Hay una percepción general de que el conocimiento estadístico es intencionado y frecuentemente mal usado, encontrando maneras de interpretar los datos que sean favorables al presentador. Un dicho famoso, al parecer de Benjamín Disraelí (político, escritor y aristócrata británico, que ejerció dos veces como Primer Ministro del Reino Unido), es: “hay tres tipos de mentiras: mentiras pequeñas, mentiras grandes y estadísticas”. Al escoger (o rechazar o modificar) una cierta muestra, los resultados pueden ser manipulados; por ejemplo, mediante la eliminación selectiva de valores atípicos (outliers). Este puede ser el resultado de fraudes o sesgos intencionales por parte del investigador. Lawrence Lowell (decano de la Universidad de Harvard) escribió en 1909 que las estadísticas, “como algunas tortas, son buenas si se sabe quién las hizo y se está seguro de los ingredientes que se usaron”. A mí, por ejemplo, de las que leo en esta nota, me llama muchísimo la atención que haya 209 multas por circular sin casco y solamente 8 por hacerlo más de dos personas (estoy hablando, por supuesto, de quienes lo hacen en moto), cuando la proporción en la realidad cotidiana es similar. Y eso sin tener en cuenta que, más allá de que tiene razón el Dr. Giordanengo cuando me corrige diciéndome que el no uso del casco genera un gasto extra innecesario en la Salud Pública para atender al “descuidado”, es muchísimo más grave exponer al riesgo a tres personas más, generalmente niños. En esta misma edición del semanario publicamos la noticia de un accidente ocurrido esta semana en la ciudad de Paraná, en el que una moto fue embestida de atrás por una camioneta. En el vehículo más pequeño iba una pareja con su beba de tres meses, que cayó al suelo y está internada en terapia en el Hospital San Roque de la capital de nuestra provincia. Lo sugestivo es la frase del padre con la que concluye la entrevista: "Ahora ya sé que, con la nena, nunca más en la moto". Y más todavía me llama la atención que en ese estudio no haya ni un solo caso de infracción a la norma que pena la circulación ingiriendo bebidas alcohólicas (ver para eso el art. 54 del Código de Faltas, que habla no solamente de quién conduce un vehículo sino también de quienes lo acompañan), infracción que por otra parte es una de las más frecuentes en las calles de nuestro pueblo. Ya dije una vez, y no me canso de decirlo porque me preocupa que algo tan evidente no sea advertido, que el “crimen perfecto” existe, pero que aquellas faltas o contravenciones que son observadas y a las que no se les aplica la normativa vigente, pasan a justificar lo que a muchos no les gustó que dijera: la denuncia por incumplimiento de los deberes de funcionario público. Y en cuanto al "estacionamiento indebido", con solo salir a la calle una mañana cualquiera se puede advertir que los 81 casos detectados en diez meses se pueden detectar en un solo día. Es más, al día siguiente de leer el citado artículo en la transcripción que hizo la página digital de FM Riel, dediqué algunos minutos de mi tiempo libre (estoy de feria judicial y de vacaciones escolares) a observar el tránsito del centro de nuestra ciudad. Ya al llegar con el auto a la cuadra de Rogelio Gómez entre San Martín y Dr. Uchitel (para los que no son de mi pueblo les explico que vendría a ser la “City”, ya que en las esquinas están los dos bancos y entre ellos solo negocios y oficinas, lo que la torna la cuadra más concurrida en la mañana), y querer estacionar en un espacio suficiente frente a una casa de artículos para el hogar, se me presentó el primer problema: me encontré con una moto ocupando el lugar, siendo que existe un sector, sobre la esquina, reservado especialmente para ese tipo de vehículos, y en el que yo no podría poner mi auto. Bastante “calentito” (hay que reconocer que vengo desde hace tiempo reclamando por este tema, y hasta ahora, como dicen los chicos “cero respuesta”) me dirigí al inspector municipal que se encontraba en ese sector. Ya dije acá alguna vez que en este pueblo nos conocemos todos, y debemos estar en condiciones de separar las funciones de las personas. Es por eso que, en tanto y en cuánto ese individuo tiene un cargo por el que recibe un sueldo, debe cumplir con la tarea que le corresponde, y yo como ciudadano y contribuyente, tengo derecho a reclamárselo. El citado inspector, mientras yo daba la vuelta, con la idea, hasta ese momento, de volver a intentar estacionar en ese lugar, aunque para eso tuviera que chocar la moto o desplazarla a empujones, se dirigió al sitio. Obviamente que al llegar yo a la esquina del Bersa ya se me había pasado la bronca, entendiendo que no podía hacer lo que mi primer impulso me indicaba. Por eso estacioné sobre la Av. Presidente Perón y volví para hablar con el funcionario y ver qué medida tomaba. Grande fue mi sorpresa al recibir como respuesta que no podía hacerle la multa a la moto ¡porque no tenía patente! (doble infracción, en este caso, ya que correspondería aplicar el art. 50 del horrible Código de Faltas que tenemos) ; que además no había podido ubicar al conductor, y que desde el municipio le habían contestado que no contaban con un vehículo para trasladar la moto luego de proceder a su secuestro y posterior remisión (art. 67º del mismo Código que votaron por unanimidad nuestros ediles en la “gestión Rossi”). Conclusión de esta primera experiencia nefasta (y para muestra basta un botón): no se puede hacer cumplir las normas en nuestra ciudad por imposibilidades estructurales, lo cual, para buscar una comparación entendible, es como si un padre se jactara de darle de comer a sus hijos, pero les sirviera un plato vacío. Parménides, filósofo griego que no estacionaba su moto en mitad de la cuadra, ni andaba sin casco, ni llevaba a sus chicos entre medio, ni manejaba tomando alcohol, entre otras cosas porque en ese tiempo no había motos, dejó para la posteridad una frase que se conserva en latín: ex nihilo nihil fit, y que en nuestra lengua, traducido, quiere decir: de la nada, nada sacarás. Acá la única solución posible, que bajaría todos esos datos a niveles ínfimos y aumentaría la seguridad (de todos), tanto con las motos como con los autos, tiene nombre y apellido. Se llama DECISIÓN POLÍTICA. Dr. Mario Ignacio Arcusin, para Semanario Crónica de Basavilbaso